Mediante este testimonio, deseo expresar mi profunda gratitud a Dios por Su bondad y Sus bendiciones. Hace algunos años me encontraba muy enfermo. Durante cuarenta años había trabajado como minero bajo tierra, lo cual había contribuído al desarrollo de una grave afección pulmonar. La ayuda médica que recibí había sido inútil, y en el año 1949 fuí declarado inhábil.
También había sufrido durante siete años de una herida a una pierna que no se cicatrizaba, y que por el contrario seguía empeorando. En mis momentos de desesperación me daba a la bebida y consumía hasta una botella entera cada dos días. Finalmente, mi esposa dijo: “¡No puedes seguir así!” Me preguntó si podía pedirle a una practicista de la Christian Science que me ayudara a lo cual asentí al momento.
Hablé largo rato con esta Científica Cristiana, y ella me explicó que no existía una ley que castigaba a nadie por trabajar honradamente y por la fidelidad al trabajo, y que en realidad no existían enfermedades contraídas por causa de la naturaleza del trabajo o enfermedades de ninguna especie. Me aseguró que tanto la condición pulmonar como la de la pierna podían ser sanadas mediante el tratamiento de la Christian Science.
Tanta fue la impresión que me causó lo que me dijo, que una gran sensación de paz invadió todo mi ser. Después de suministrarme tratamiento me dió un ejemplar del Heraldo en edición alemana, el cual leí íntegramente esa noche. La practicista también me dijo que continuaría trabajando por mí en su casa.
Cuando me retiré a descansar esa noche, me dormí enseguida por primera vez en muchos años, y ese fue el fin de la afección pulmonar. Gracias al tratamiento que recibí, la pierna también sanó en dos semanas. Además perdí todo el deseo por las bebidas alcohólicas. Mi curación ha sido completa y ahora llevo una vida muy activa.
Comencé el estudio de la Christian Science enseguida y asistí a los servicios que celebraba un grupo local de Científicos Cristianos. He podido llamar la atención de otras personas al Cristo, la Verdad, y he ayudado a mi familia varias veces en casos de enfermedad.
Hemos experimentado curaciones de insomnio, tos convulsiva, inflamación al oído, bronco-neumonía, cólicos biliares y la recalcadura de un pie. También fuí sanado de una lesión a la mano que sufrí como consecuencia de un accidente. Me aferré a las palabras que escribe Mrs. Eddy en Ciencia y Salud, página 424: “Bajo la Providencia divina no puede haber accidentes, puesto que no hay lugar para la imperfección en la perfección.” También experimenté, en otra ocasión, una curación de envenenamiento por inhalación de gas.
Mucha es la gratitud que siento hacia los practicistas que me han ayudado. Cuando falleció mi amada esposa comprendí que ni la muerte ni la separación existen en realidad. Estoy muy agradecido sobre todo por este consuelo y esta elevación espiritual. Siento que todos los hijos de Dios, Sus ideas espirituales, se hallan unidos en Su amor divino, que cuida de todas ellos.—, Barsinghausen/Deister, Alemania.
