Mediante este testimonio, deseo expresar mi profunda gratitud a Dios por Su bondad y Sus bendiciones. Hace algunos años me encontraba muy enfermo. Durante cuarenta años había trabajado como minero bajo tierra, lo cual había contribuído al desarrollo de una grave afección pulmonar. La ayuda médica que recibí había sido inútil, y en el año 1949 fuí declarado inhábil.
También había sufrido durante siete años de una herida a una pierna que no se cicatrizaba, y que por el contrario seguía empeorando. En mis momentos de desesperación me daba a la bebida y consumía hasta una botella entera cada dos días. Finalmente, mi esposa dijo: “¡No puedes seguir así!” Me preguntó si podía pedirle a una practicista de la Christian Science que me ayudara a lo cual asentí al momento.
Hablé largo rato con esta Científica Cristiana, y ella me explicó que no existía una ley que castigaba a nadie por trabajar honradamente y por la fidelidad al trabajo, y que en realidad no existían enfermedades contraídas por causa de la naturaleza del trabajo o enfermedades de ninguna especie. Me aseguró que tanto la condición pulmonar como la de la pierna podían ser sanadas mediante el tratamiento de la Christian Science.
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