“Más que mi porción diaria he apreciado los dichos de su boca.” Así se expresó Job en su búsqueda del Dios verdadero (23:12). Al tratar de solucionar sus problemas humanos percibió el valor, sí la necesidad de alimentar el pensamiento con la Palabra de Dios. Enseñarle al niño a espiritualizar el pensamiento mediante el estudio diario de la Biblia y el libro de texto, Ciencia y Salud por Mrs. Eddy, es ponerlo ante una puerta abierta que no puede cerrarse.
En un artículo titulado: “La juventud y los jóvenes” publicado en 1907 y reimpreso en la obra The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (La Primera Iglesia Científica de Cristo, y Miscelánea), pág. 274, Mrs. Eddy apela así: “Estimado lector: Pensar, sentir y actuar correctamente—al igual que la honestidad, la pureza y el desinterés en la juventud llevan al éxito, la intelectualidad y la felicidad en la madurez.” Los alumnos a quienes se les ha enseñado correctamente aprenden prontamente que la lección dominical ofrece el sustento para la contemplación diaria y les ayuda a temprana edad a formar hábitos duraderos de estudio regular y sistemático de la Christian Science. Tales hábitos establecen la base para “el pensar, sentir y actuar correctamente.”
Estudios especiales para hacer en la casa preparados devotamente son de gran ayuda cuando se construye sobre esta base. En las clases primarias pueden asignarse sencillos relatos de la Biblia que se ruega a los padres lean a sus niños y que por lo general es recibido con entusiasmo. Incluso en este deber pueden darse otros pasajes de la Biblia y de los escritos de nuestra Guía, tales como una definición del Glosario en nuestro libro de texto, un mandamiento o una bienaventuranza para aprender de memoria.
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