En el libro del Génesis se relata que en razón de la contienda que surgió entre los pastores por sus animales, Abram propuso que él y su sobrino Lot, se separaran. Abram permitió a Lot que escogiera la tierra que ocuparía. Entonces el relato dice que: “Jehová dijo a Abram, después de separarse Lot de él: Alza los ojos, y mira desde el lugar donde estás, hacia el norte, y hacia el sur, y hacia el oriente, y hacia el occidente; porque toda la tierra que ves, te la daré a ti y a tu simiente, para siempre.” (Génesis 13:14, 15).
En efecto, Dios ordenó a Abram a que elevara y ampliara su visión prometiéndole que le daría la tierra que abarcara su vista. La extensión de la dádiva dependía exclusivamente de la visión de Abram. Este incidente toma dimensiones más amplias mediante las enseñanzas de la Christian Science que nos da la interpretación espiritual de las Escrituras y nos enseña a pensar en términos de la Mente en vez de la materia.
En la definición que Mrs. Eddy da de “ojos” como “percepción espiritual,— no material, sino mental” (Ciencia y Salud, pág. 586), hallamos lo que constituye la visión verdadera. De acuerdo a esto, la visión verdadera es ver aquello que es eterno y espiritual en lugar de lo temporal y material. Si interpretamos espiritualmente la promesa que Dios hizo a Abram y la aplicamos en lo que nos concierne a nosotros mismos, ¿no significa acaso que experimentaremos la armonía y la abundancia en la proporción en que comprendamos la realidad espiritual que incluye todo el bien y nada más que el bien?
El universo espiritual es infinito, y el hombre, la imagen y semejanza de Dios, no se halla limitado en la comprensión o posesión de este universo. Pero los hombres deben elevar el pensamiento del plano en que creen morar, es decir, la materialidad, y desarrollar la comprensión de su presencia actual en el reino del Espíritu.
Al hablar de su deseo de salvar a la humanidad de los faraones de hoy en día y de las dificultades que ella misma tenía por delante, Mrs. Eddy dice: “Pero avancé con la fe en Dios, confiando que la Verdad, fuerte libertadora, me guiara al reino de la Christian Science, donde las cadenas caen y los derechos del hombre son plenamente conocidos y reconocidos” (Ciencia y Salud, pág. 226, 227). Este reino está a nuestra disposición a medida que lo reclamamos por el discernimiento espiritual o sea la visión verdadera.
Bien puede ser que estemos adquiriendo la comprensión de la Christian Science lentamente, pero podemos aumentar continuamente nuestra reserva de posesiones espirituales. A medida que nos esforcemos por adquirir un concepto mental más amplio y claro de la creación perfecta de Dios, percibiremos cada vez más en nuestra experiencia humana cuán bueno es todo lo que Dios hizo.
Si el mal se presentara bajo cualquier forma o nombre, nuestro deber es negarle realidad y morar en la consciencia de la Vida que es Dios, en la cual la salud es el estado invariable del ser. Debemos percibir que el Espíritu es la única substancia y que esta substancia jamás se halla sujeta al dolor, la debilidad o el deterioro, y además es necesario que comprendamos que el Amor es el único poder y presencia. De manera que todo aquello que es verdadero es del todo hermoso y afectuoso.
A medida que reconocemos, reclamamos y nos aferramos a los hechos divinos percibiéndolos claramente, entramos en el reino de la comprensión espiritual en el cual no existen la discordancia, la enfermedad, el desaliento o la muerte. El estar conscientes de las verdades espirituales eternas no priva a nadie del bien, ni más ni menos que el saber un idioma puede privar a otros de los mismos conocimientos y comprensión.
Cuando el autor era joven, el hecho que no había cursado estudios superiores y que no había desarrollado su capacidad ventajosamente, unido al trabajo que estaba haciendo no escogido por él y en el cual no tenía éxito, lo hacía muy infeliz. Pero durante muchos años mediante el estudio de la Biblia y de las obras de Mrs. Eddy, y además por la participación en las actividades de la Christian Science, ha podido comprender esta Ciencia. Como resultado de la comprensión más amplia o reconocimiento más a fondo del hecho que el hijo de Dios, el hombre espiritual, no carece de nada que le sea necesario porque ha heredado todo el bien de su Padre-Madre Dios, goza de continua educación, desarrollo y uso de sus talentos, actividad feliz y útil y un concepto mejor en cuanto a salud, abundancia y gratitud. Ha percibido que son algunos de “los derechos del hombre” que “son plenamente conocidos y reconocidos” en “el reino de la Christian Science.”
Al referirse a Abraham, el nombre que Dios dió a Abram, Mrs. Eddy escribe (Ciencia y Salud, pág. 579): “Este patriarca ilustró el propósito del Amor de crear confianza en el bien, y demostró el poder que tiene el entendimiento espiritual para preservar la vida.”
Hoy en día gozamos de la oportunidad de adquirir gradualmente más de esta comprensión espiritual si caminamos con Dios y escuchamos Su voz. A medida que lo hacemos, el reino que Dios ha prometido a aquellos que le aman y obedecen, se abre para nosotros. Esta declaración de Jesús: “Al Padre le place daros el reino” (Lucas 12:32), nos da el coraje de seguir adelante. Este universo es el universo del Espíritu, el Alma, la Mente, donde todo es muy bueno, el cual es nuestro y del que podemos gozar mediante el discernimiento espiritual. El progreso y la victoria pueden alcanzarse cuando elevamos nuestra manera de pensar por encima del sentido material de las cosas a la realidad divina.