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[Original en español]

Desde que conozco la Ciencia Cristiana*...

Del número de octubre de 1965 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Desde que conozco la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. muchas son las cu que he experimentado mediante su estudio y aplicación. Lo que voy a relatar a continuación, es sin duda la demostración más innegable que he tenido del poder sanador infinito de Dios.

En circunstancias muy especiales, experimenté una hemorragia que parecía incontenible. Como esto sucedió durante la noche no me fue posible comunicarme con un practicista de la Ciencia Cristiana, de manera que pasé largas horas durante las cuales sentí que mis fuerzas iban disminuyendo poco a poco.

Mientras oraba dos citaciones sumamente reveladoras vinieron a mi pensamiento. La primera era la estrofa inicial del himno No. 77 del Himnario de la Ciencia Cristiana que dice:

Mi Dios está conmigo,
Su auxilio esperaré;
ni sombras ni enemigo
jamás temer podré.
La pérfida emboscada
más firme me hallará,
pues yo no temo nada
si cerca Dios está.

La segunda citación era de nuestro libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras,” por Mary Baker Eddy (págs. 193, 194): “Se me ha demostrado que la Vida es Dios y que el poderío del Espíritu omnipotente no comparte su fuerza con la materia o con la voluntad humana.”

Mientras repetía mentalmente las palabras del himno, pensé en las innumerables ocasiones en que “se me había demostrado” mediante mi estudio de la Ciencia que “la vida es Dios.” Esta clase de oración me sostuvo durante las horas de la noche. Al amanecer pude ponerme en comunicación con una practicista y cuando ésta llegó, la situación humana parecía haber llegado al punto crítico. No obstante, con el consentimiento de mi esposo, la practicista y yo nos pusimos a orar.

Al cabo de más o menos tres horas, oí que ella me decía: “Todo está bien,” y desde aquel momento sentí que iba recobrando las fuerzas y pedí que me dieran algo de comer. A los pocos días reanudé mis obligaciones de ama de casa. Desde entonces han transcurrido varios años y nunca he sufrido malas consecuencias de es experiencia.

Deseo expresar mi agradecimiento a todos los practicistas del mundo que, con su consagración, hacen posible demostraciones irrefutables del poder sanador de la Mente divina. Agradezco a Dios por Cristo Jesús el Fundador del Cristianismo, por Mrs. Eddy, la reveladora del inapreciable tesoro llamado Ciencia Cristiana y a Dios por haberme capacitado para cumplir como Científica Cristiana con el propósito de la existencia tal como lo expresara Jesús cuando dijo (Juan 18:37): “Yo para esto nací, y a este intento vine al mundo, para dar testimonio a la verdad.”

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