La amistad a menudo nace cuando se comparten ideas afines. Y cuando estas ideas son buenas y puras debido a que emanan de la Mente, Dios, desarrollan una íntima amistad tanto genuina como permanente en razón de que, de acuerdo con las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, este compañerismo es la expresión de la Mente, la irradiación del Amor.
En la Epístola según Santiago leemos esto (2:23): “Abraham creyó a Dios, y le fué contado a justicia; y fué llamado el amigo de Dios,” y nuevamente en Exodo: “Y Jehová hablaba con Moisés cara a cara, cual suele hablar un hombre con su amigo” (33:11).
Estos dos grandes caracteres bíblicos tuvieron vislumbres de lo que constituye la amistad verdadera debido a que vivían una vida diaria justa y sin tacha. En el grado en que vivimos de acuerdo con la ley del Principio divino, el Amor, nosotros también podemos experimentar la verdadera amistad estable o el compañerismo afectuoso.
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