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La amistad verdadera

Del número de octubre de 1965 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La amistad a menudo nace cuando se comparten ideas afines. Y cuando estas ideas son buenas y puras debido a que emanan de la Mente, Dios, desarrollan una íntima amistad tanto genuina como permanente en razón de que, de acuerdo con las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, este compañerismo es la expresión de la Mente, la irradiación del Amor.

En la Epístola según Santiago leemos esto (2:23): “Abraham creyó a Dios, y le fué contado a justicia; y fué llamado el amigo de Dios,” y nuevamente en Exodo: “Y Jehová hablaba con Moisés cara a cara, cual suele hablar un hombre con su amigo” (33:11).

Estos dos grandes caracteres bíblicos tuvieron vislumbres de lo que constituye la amistad verdadera debido a que vivían una vida diaria justa y sin tacha. En el grado en que vivimos de acuerdo con la ley del Principio divino, el Amor, nosotros también podemos experimentar la verdadera amistad estable o el compañerismo afectuoso.

La Ciencia divina explica a Dios como el Todo-en-todo. De ahí que la amistad es la evidencia de que nuestro reflejo de Dios como Amor es universal. Cada una de Sus ideas manifiesta el amor independientemente, en perfecta coordinación con todas las demás ideas. La persona que demuestra esta realidad espiritual se torna más afectuosa, aún cuando hace uso de una mayor discriminación hacia todas las cosas y hacia todos dentro del radio de su pensamiento.

Cuando la amistad en la experiencia humana es el resultado de la creencia que el hombre es mortal, se basa en algo aparte de Dios. Este tipo de amistad a veces se aprecia con poco interés. En otras instancias es disimulada con el intento de obtener algún beneficio personal o alguna ventaja inmerecida o por alcanzar un cierto objetivo egoísta. Siendo ilusoria y pasajera se denuncia y extermina a sí misma.

Mrs. Eddy dice: “Aquellos a quienes llamamos amigos parecerían endulzar la copa de la vida y de llenarla con el néctar de los dioses. Llevamos esta copa a nuestros labios mas se nos escapa de las manos para caer hecha mil pedazos delante de nuestros ojos” Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos, pág. 9). La amistad que se edifica sobre personalidad humana acaba por deshacerse.

Por el contrario, cuando se basa sobre una afinidad de ideas que se originan de la Mente, la Verdad, la amistad es una experiencia llena de gozo, es una revelación del estado armonioso del hombre como hijo del Alma, Dios, de manera que permanece imperturbada por el testimonio de los sentidos. Nuestra Guía lo describe así: “Los sentidos ilusorios tal vez imaginen tener afinidades con sus contrarios; pero en la Ciencia Cristiana, la Verdad jamás se mezcla con el error” (Ciencia y Salud, pág. 191). La amistad verdadera construída sobre la roca de la integridad espiritual, es duradera y bendice a todos.

El mundo cristiano reconoce a Cristo Jesús como el amigo más grande de la humanidad. Tanto su amigo como su enemigo compartieron los beneficios de su amor — el amor que él irradiaba frente a la resistencia más abrumadora. Su naturaleza gentil pero firme le proporcionó a su vez, algunos amigos notables.

El Apóstol Juan fue uno de ellos. Jesús con toda confianza le encomendó cuidado de su madre en el momento de la crucifixión. Mas el momento de desinteresado de Jesús fue como una continua inspiración que se extendía hasta la eternidad. El dijo (Juan 15:13): “Nadie tiene amor más grande que este: que ponga uno su vida por sus amigos.”

La amistad que refleja el Amor divino es la llave para la paz mundial. Pero es menester que sea cultivada por el individuo mismo. El estudiante de la Ciencia Cristiana en su esfuerzo por demostrar la amistad verdadera, aparta el pensamiento del supuesto poder del mal, con sus elementos concomitantes de odio, impaciencia y temor. Se aferra a la omnipotencia de Dios y se concentra en expresar tales cualidades semejantes al Cristo como la humildad, el gozo, la armonía, belleza, integridad, ternura, inocencia, gentileza y pureza.

A medida que percibe que éstas y otras gracias del espíritu constituyen el verdadero ser de cada uno y de todos, ya no contempla a los hijos de Dios como inamistosos o careciendo de amigos, mas como amistosos y protegidos.

El estudiante sincero se esfuerza en todo momento por hacer frente a la enemistad con el amor. Obedece la recomendación que Mrs. Eddy hace en su obra Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos, pág. 11) donde dice: “Debemos amar a nuestros enemigos en todas las manifestaciones en que y mediante las cuales amamos a nuestros amigos, hasta debemos procurar no exponer sus faltas, sino hacerles bien siempre que hallemos la ocasión.” Cuanto más desafiante sea la creencia de identidad enemistosa tanto más exige la demostración del amor de Dios por el hombre.

A medida que el Científico Cristiano se esfuerza en todo sentido por demostrar la amistad hacia todos aunque al mismo tiempo use de su discriminación, prudentemente se mantiene aparte de la compañía hostil, excepto en lo que concierne a su deber, de lo contrario corre el riesgo de descender al nivel del que desea ofenderlo. Abram se separó de Lot después que sus pastores hubieron disputado entre sí, no obstante su actitud amigable permaneció inalterada. Mientras se hallaba entregado a la loable tarea de la reconstrucción de las paredes de Jerusalem, Nehemías se rehusó firmemente a bajar al llano de Ono — la mente mortal enemiga.

La revelación del amor de Dios en la consciencia se expresa humanamente en relaciones afectuosas, similares a aquellas demostradas entre David y Jonatán, y Rut y Naomí. La amistad expresada por estos consagrados adoradores de Dios no indicaba solamente el apego personal. Más antes era símbolo de la idea del Amor divino contemplada por la consciencia.

La revelación de la amistad verdadera se evidencia también cuando se vence la animosidad. La experiencia de Jacob en el Peniel lo ejemplifica. Después de huir de su hermano Esau, cuyos derechos había usurpado, Jacob se vió cara a cara con Dios mediante lo cual su temor fue vencido por el amor y seguido por la reconciliación Había percibido durante su lucha con el error que no podía atribuir la enemistad a su hermano pero que debía reemplazar en su propia consciencia el opuesto espiritual, es decir, la amistad del Amor.

Los hombres de buena voluntad se están esforzando por alcanzar el ideal de la paz universal fundado sobre la amistad y la coexistencia entre los hombres. Este ideal es demostrable a medida que la imperfección en que los hombres se contemplan, ceda ante la percepción más clara del hombre como la imagen del Amor. Esta percepción se adquiere por medio de la Ciencia Cristiana primero individual, luego colectivamente.

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