Desde que mi madre fue completamente sanada de pena debido al fallecimiento de mi padre cuando yo contaba nueve meses, la familia se ha apoyado enteramente en la Ciencia Cristiana y en sus enseñanzas de la unidad del hombre con su Padre-Madre Dios. La asistencia regular a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana me proporcionó una sólida base que me ha servido para probar una y otra vez cuán práctica es esta Ciencia.
Experimenté una maravillosa protección de las tales llamadas enfermedades infantiles que muchas personas aceptan como necesarias. Por ejemplo, en los cuatro años de escuela preparatoria en Inglaterra sólo falté a la escuela tres días por razones de salud.
Hace algunos años estando yo pupilo en una escuela en Inglaterra se desarrolló una epidemia de gripe en todo el país. Se evidenció un gran temor por la enfermedad cuando se produjeron varios casos en mi dormitorio. Como la mayoría de mis amigos cayeron enfermos, reinaba un aire de resignación y parecía que no había esperanzas de poder escapar a la enfermedad.
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