Conocí la Ciencia Cristiana [Christian Science] por primera vez en una carpa que servía de sede de la Asociación Cristiana de Jóvenes en Francia durante la primera guerra mundial. Un día entré en la carpa para escribirle a mi hermana que en esa época estaba viviendo en el estado de Minnesota. Después de terminar la carta me llamó la atención la literatura de la Ciencia Cristiana que había en un estante para la distribución. Permanecí allí leyendo el Christian Science Monitor hasta la hora de cerrar y esta experiencia despertó en mí un gran deseo de comprender mejor esta Ciencia.
Después de volver a los Estados Unidos, conocí a una joven con quien me casé más tarde y que también hacía poco que era estudiante de la Ciencia. Continuamos nuestro estudio reconociendo con mucha gratitud las bendiciones ilimitadas que día a día recibía nuestra pequeña familia. Podría relatar innumerables curaciones maravillosas, incluso la de hemorroides, influenza, reumatismo inflamatorio, mas la que deseo relatar con más detalles es la curación de una afección al corazón.
Trabajaba como pintor de letreros en barcos y edificios en un gran astillero en la región del oeste. Un día sufrí un colapso en el lugar donde estaba empleado y fuí trasladado a la enfermería del astillero. El médico no estaba de manera que fuí examinado por la enfermera de turno. Los síntomas sugerían una afección al corazón. Rogué que me llevaran a mi casa.
Mi esposa y yo estamos profundamente agradecidos por la ayuda que nos suministró una practicista de la Ciencia Cristiana quien trabajó por mi contínuamente. Después de unas cuantas semanas se notó mejoría y continuó manifestándose hasta que a los pocos meses volví a mi habitual trabajo peligroso para gran sorpresa y asombro de mis compañeros de trabajo.
La enfermera que me examinó expresó gratitud por mi curación y dijo que deseaba saber más sobre la Ciencia Cristiana. El médico del astillero me examinó a mi regreso al trabajo y me encontró en buenas condiciones, diciendo que mi corazón estaba bien y que no hallaba señales de anormalidad, declarando que podía volver al trabajo, y continué trabajando hasta que me jubilé.
“Poneos en guardia a la entrada del pensamiento” (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, pág. 392) ha sido el lema en nuestra familia. Mi familia y yo deseamos expresar nuestra gratitud por las maravillosas bendiciones que hemos experimentado mediante nuestro estudio de la Ciencia, y nos sentimos agradecidos por el trabajo desinteresado y abnegado de los profesores y los practicistas de esta Ciencia.
También me siento agradecido por haber recibido instrucción primaria en la Ciencia Cristiana y por ser miembro de La Iglesia Madre y de una Sociedad de la Ciencia Cristiana donde he tenido el privilegio de servir como Primer Lector, maestro de la Escuela Dominical, superintendente de la Escuela Dominical, ujier y como miembro de la Comisión Directiva. Siento una gratitud inmensa hacia Dios, Cristo Jesús y hacia nuestra venerada Guía por su revelación de la Ciencia del Cristo al mundo. ¡Quiera Dios que la bendición de esta maravillosa verdad se manifieste para toda la humanidad! — Carson, Washington, E. U. A.