Cuando tenía seis meses de edad, contraje meningitis a la espina dorsal y especialistas famosos me desahuciaron diagnosticando que viviría solamente cinco días.
La hermana de mi padre que era Científica Cristiana pidió permiso para quedarse conmigo por un rato. Me dijeron que cuando ella salió del cuarto pude moverme por la primera vez. Los médicos le habían dicho a mi madre que si sobrevivía, sería paralítica de modo que quedaron maravillados de mi curación que fue completa en ese mismo instante, excepto por un ojo que permaneció desviado. El trabajo devoto continuó y aproximadamente al cabo de un año el ojo se normalizó.
Mi madre se convirtió en una Científica Cristiana activa y yo me crié en la Ciencia, asistí a la Escuela Dominical desde los dos años hasta los 20, época en que me hice miembro de una iglesia filial.
A pesar de que me siento muy agradecida a Dios por esta curación, sé que debo orar diariamente para ser obediente al mandato de Pablo que dice (Filipenses 2:5): “Tened dentro de vosotros este ánimo que estaba también en Cristo.”
Cada día nos ofrece la oportunidad de probar lo que hemos aprendido acerca de la Verdad. Agradezco mucho las oportunidades que se me han presentado de aplicar mi comprensión de la Ciencia Cristiana [Christian SciencePronunciado Crischan Sáiens.] a varios de los problemas que se me presentaron durante mis estudios y como maestra en las escuelas públicas.
Hace cuatro años fuí elegida para ir en misión especial a Europa. Recorrí 17.700 kms. en doce días. Con la ayuda de una practicista experimenté completa armonía en todos mis viajes aéreos.
Esperad sólo el bien, aceptad sólo el bien. Al hacer esto he hallado que no hay problema que no tenga solución.
Estoy muy agradecida por la Ciencia Cristiana y por haber crecido con la ayuda de esta gloriosa verdad. — New York, N. Y., E. U. A.