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[Original en sueco]

Mi primera experiencia en la...

Del número de abril de 1965 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mi primera experiencia en la Ciencia Cristiana [Christian Science] fue la curación de una severa jaqueca de la cual había sufrido todos los días durante muchos años. No hallo cómo expresar mi gratitud a la amiga que me presentó esta Ciencia. Ella me recomendó que visitara a una pracitcista lo cual hice. Comprendí muy poco de lo que me dijo no obstante experimenté una curación instantánea.

Cuando volví a mi casa después de visitar a la practicista, me deshice de todas las medicinas que tenía. Me procuré un ejemplar del libro de texto, Ciencia y Salud, por Mrs. Eddy y comencé a estudiarlo. Deseaba saber más acerca de la enseñanza que tanto me había ayudado. Mediante el estudio del libro de texto, fuí sanada de un eczema muy severo que ningún médico había sido capaz de sanar, y además, de una tendencia de contraer fuertes resfríos en ciertas épocas.

Desearía mencionar un incidente que prueba cuán necesario es que hagamos trabajo de protección diariamente. Un día me hallaba sufriendo de un agudo dolor de garganta cuando recibí un llamado telefónico de la señora que estaba a cargo de la supervisión de los niños en la escuela a la que asistía mi hijo. Cuando oyó cuán difícil me era hablar, me dijo que tuviera mucho cuidado y me advirtió acerca de una cierta complicación respecto a esa enfermedad. En ese momento no pensé en negar la realidad de la enfermedad y afirmar la verdad en cuanto al hombre de Dios, y meramente pensé que su observación era absurda. Al día siguiente, no pude ponerme de pie y al mismo tiempo sentí un dolor muy agudo.

De pronto me puse a negar todo esto, percibí la irrealidad del mal y declaré que Dios hizo recto y sano al hombre. Volví a sentir el dolor a la noche siguiente, pero me aferré a la verdad y sinceramente repetí pasajes de Ciencia y Salud. Recordé además lo que Mrs. Eddy dice en la página 207 del libro de texto: “Sólo hay una causa primordial. Por tanto, no puede haber efecto de ninguna otra causa, y no puede haber realidad en nada que no proceda de esta causa grande y única.” A los dos días estaba sana y al domingo siguiente pude cumplir con mi obligación de ujier en la iglesia.

Mediante la ayuda de practicistas, he experimentado muchas otras curaciones por las cuales me siento sinceramente agradecida.

Mi corazón desborda de gratitud a Dios por haberme guiado a esta maravillosa enseñanza, y por Cristo Jesús, nuestro Mostrador del camino, y por nuestra Guía, Mrs. Eddy, quien tan afectuosamente dió su mensaje a la humanidad. También estoy agradecida por ser miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial, por tomar parte en las actividades de la iglesia, por el privilegio de haber recibido instrucción en la Ciencia Cristiana, y por las maravillosas reuniones anuales de nuestra asociación. —


Me alegaré y me gloriaré en ti; cantaré a tu nombre, ¡Oh Altísimo! — Salmo 9:2.

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