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La edad no tiene importancia

Del número de abril de 1965 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Christian Science Monitor


Recientemente apareció un aviso en las columnas de un diario local ofreciendo trabajo, que me llamó mucho la atención. Después de enumerar una serie de los requisitos necesarios para llenar cierta posición, el anuncio añadía estas significativas palabras: “La edad no tiene importancia.”

Esto hizo recordar vívidamente al autor un incidente que ocurrió hace algunos años, cuando dos amigos de aproximadamente la misma edad tenían entrevistas el mismo día para un empleo en perspectiva. Comentando poco después acerca de esto, uno de ellos dijo algo desanimado: “El problema en mi caso es que al parecer soy demasiado viejo.”

El otro con gran sorpresa dijo: “¡Pues, eso es ilógico, porque yo siempre parezco ser demasiado joven!” Los dos se echaron a reír, y muy pronto el problema del empleo quedó felizmente solucionado.

A pesar de la tendencia tan corriente de clasificar rígidamente a todos en términos de grupos según edad, la edad justa a menudo parece ser un motivo de evasión en la experiencia humana. A menudo parecería ser el caso que una persona no tiene suficiente edad o que ya ha pasado la edad. En los negocios y la vida profesional la edad de por sí no puede ser una guía segura en cuanto a la madurez de la persona y mucho menos en lo que respecta a las cualidades espirituales que posee. La Ciencia Cristiana [Christian Science] explica que la edad no tiene importancia dado que el hombre a la imagen y semejanza de Dios tal como lo describe la Biblia, es una idea espiritual y no una personalidad material de ninguna especie.

Tal vez parezca que hay algo de lógica en el asunto de medir los órganos y las facultades materiales en términos de edad dado que, de acuerdo con las teorías de los hombres, todo lo material eventualmente mente se desgasta. Sin embargo, a nadie se le ocurriría preguntar qué edad tiene una idea. Las cualidades espirituales como el amor, el gozo y la fe no disminuyen a medida que pasan los años. No obstante, estas cualidades forman los rasgos sobresalientes del hombre a la semejanza de Dios y sus funciones y facultades son espirituales también.

Mary Baker Eddy, que descubrió y fundó la Ciencia Cristiana, escribe lo siguiente en “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 244): “El hombre en la Ciencia no es ni joven ni viejo. No tiene nacimiento ni muerte. No es ni bestia, ni vegetal, ni mente migratoria. No pasa de la materia a la Mente, de lo mortal a lo inmortal, del mal al bien ni del bien al mal. Tales admisiones nos arrojan de cabeza a las tinieblas y el dogma. Aun la poesía de Shakespeare pinta la vejez como infancia, como debilidad y decadencia, en vez de asignar al hombre la grandeza imperecedera e inmortalidad del desarrollo, el poder y el prestigio.”

La Biblia relata muchos casos notables tanto de longevidad como de casos fuera de lo común con respecto a la madurez de personas jóvenes. Caleb declaró (Josué 14: 10, 11): “He aquí que actualmente soy de edad de ochenta y cinco años. Todavía estoy tan fuerte el día de hoy, como estaba en aquel día en que Moisés me envió: cual era mi fuerza entonces, así es mi fuerza ahora para la guerra.”

Cristo Jesús ofreció un ejemplo notable de como se puede ser responsable aún siendo joven. Cuando contaba sólo doce años, María y José “le hallaron en el Templo, sentado en medio de los doctores, oyéndoles, y preguntándoles. Y todos los que le oían, quedaban asombrados de su inteligencia y de sus respuestas” (Lucas 2:46, 47).

La comprensión de que el hombre en la Ciencia no es ni joven ni viejo da a los hombres dominio por sobre la falta de madurez y la senilidad. Los libra de las limitaciones y la incapacidad asociada tanto a los jóvenes como a los ancianos y al mismo tiempo los libra de cualquier excusa ya sea por la irresponsabilidad o por la falta de progreso. Pero la eternidad del hombre no significa ni la precocidad del niño prodigio ni la puerilidad del adulto. Es la expresión natural y digna de las ideas y cualidades espirituales a medida que son necesarias. La edad no tiene importancia y no es índice de la capacidad del individuo.

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