¿ Podemos acaso esperar que algún día experimentaremos ampliamente los beneficios del dominio que la Biblia dice que Dios otorgó a Su imagen y semejanza? Por cierto, dado que la Biblia misma nos ofrece ejemplos de hombres que por medio de la comprensión del Cristo, o sea la naturaleza espiritual del hijo de Dios, salieron victoriosos de situaciones extremadamente difíciles. Con sólo leer los relatos bíblicos de Moisés, Josué, Samuel y de otros, quedaremos convencidos por sus ejemplos que el dominio no es un término abstracto.
¿ Existe acaso un método que nos capacite para ejercer este dominio? y ¿en qué consiste? La historia de Daniel y su liberación de la cueva de los leones responde a esta pregunta. Lo siguiente fue tomado del sexto capítulo del libro de Daniel: “Entonces el rey se levantó al rayar el alba, y fué a toda prisa al foso de los leones; y al llegar cerca del foso, llamó a Daniel con voz lastimera; y hablando el rey, dijo a Daniel: ¡Oh Daniel, siervo del Dios vivo, ha podido tu Dios, a quien tú sirves de continuo, librarte de los leones? Entonces Daniel dijo al rey: ¡Oh rey, vive para siempre! Mi Dios ha enviado su ángel, y ha cerrado la boca de los leones, de modo que no me han hecho mal alguno; por lo mismo que delante de él la inocencia fué hallada en mí; asimismo delante de ti, oh rey, ningún mal he hecho.”
De este episodio puede deducirse que Daniel pudo ejercer el dominio que pertenece al hombre en razón de su inocencia, es decir, su comprensión firme y absoluta del gobierno del Amor.
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