Cuando Jesús dijo a sus discípulos (Mateo 13:16): “Bienaventurados son vuestros ojos, porque ven” él no se estaba refiriendo a la vista material sino a la facultad de la Mente divina que Mrs. Eddy define en Ciencia y Salud así (pág. 586): “Ojos. Percepción espiritual, — no material, sino mental.”
La Biblia relata a menudo la demostración de visión verdadera. Un ejemplo aparece en el libro de 2° de Reyes. El rey de Siria estaba tratando de matar a Eliseo porque éste había informado al rey de Israel que sería víctima de emboscadas, por cuya razón el rey de Israel fue salvado varias veces. Elíseo se hallaba en Dotán y el enemigo rodeaba la ciudad. Cuando el sirviente de Eliseo vió a las huestes enemigas, fue invadido por el temor. Al percibirlo Eliseo oró así (6:17): “¡Jehová, ruégote le abras los ojos, para que pueda ver!” El joven percibió entonces la protección de Dios, pues vió que “el cerro estaba lleno de caballos y carros de fuego en derredor de Eliseo.”
La siguiente experiencia ilustra cómo esta verdad opera hoy en día. Durante mi antepenúltimo año del bachillerato, me había percatado hacía ya varios meses de que me era difícil ver claramente a cierta distancia. No obstante, no hice mayor caso al problema, que no tomó grandes proporciones hasta que llegó el momento de tomar el examen para obtener el carnet de conductor que tanta importancia tenía para mí. Recibí un golpe muy grande cuando me informaron que no había pasado, el examen de la vista y que tendría que usar lentes.
Habiendo asistido a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana toda mi vida, me dí cuenta que ésta era una oportunidad para probar las verdades que había aprendido, que en mi identidad verdadera como el hijo perfecto de Dios, yo reflejaba a Dios, la Mente que todo lo ve. Decidí entonces apoyarme exclusiva y sinceramente en el trabajo de la Ciencia Cristiana [Christian Science] Pedí ayuda a un praticista cuya confianza en el éxito fue para mí de maravillosa inspiración.
Por medio de mi estudio diario de la Lección-Sermón que aparece en el Trimestral, me percaté de la íntima relación que existe entre la vista humana y mi comprensión de la visión espiritual. La sensación de impaciencia que me causaba la demora en conseguir mi carnet de conductor fue vencida mediante estas palabras de Cristo Jesús: “No sea hecha mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42), y al mismo tiempo adquirí un concepto más claro de mi relación con Dios.
Después de trabajar tres meses, me dí cuenta que podía ver fácil y claramente. Con la ayuda del trabajo del practicista para acallar el temor, salí bien y con facilidad del examen de la vista y pude obtener mi carnet.
Después de solucionar este problema en la Ciencia Cristiana, he percibido que no importa cual parezca ser la necesidad, ya fuere mejor trabajo académico, relaciones humanas más armoniosas o curación física, lo necesario es adquirir una percepción más clara para poder descubrir el error y reemplazarlo con la verdad que destruye la aparente discordancia. Y el modo de mejorar nuestra manera de pensar y aumentar nuestra comprensión consiste en estudiar devotamente la Biblia y Ciencia y Salud.