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“No hurtarás”

[De especial interés para los jóvenes]

Del número de abril de 1967 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Alan había ahorrado su dinero para comprar manubrios especiales y un asiento especial para su bicicleta. Trabajó con ahinco para instalar éstos él mismo y se sintió orgulloso de mostrar a su madre lo que había hecho.

Una tarde Alan se olvidó de guardar su bicicleta en el garage, y a la mañana siguiente había desaparecido. Corrió hacia su madre llorando: “¡Alguien se robó mi bicicleta!”

Su madre le dijo que ésta era la oportunidad de poner en práctica y probar las verdades que había aprendido en la Escuela Dominical acerca del Sermón de la Montaña dado por Jesús, y también el mandamiento que Dios ha dado a todos los hombres: “No hurtarás” (Exodo 20:15).

Su madre le leyó estas palabras que aparecen en Ciencia y Salud por Mrs. Eddy (página 294): “El ladrón cree que gana algo robando, y el hipócrita que se está encubriendo. La Ciencia de la Mente corrige tales equivocaciones, pues la Verdad demuestra la falsedad del error”. La madre de Alan le dijo entonces que él podía comenzar a ver cómo corregir sus propios pensamientos con las verdades que la Ciencia Cristiana enseña acerca del mandamiento “No hurtarás”.

Alan estudió el mandamiento para ver cómo aplicaba a su caso. El sabía que Dios, la Verdad, creó al hombre a Su semejanza y que por lo tanto, la idea de Dios, el hombre, es veraz. Por cuanto el hombre es semejante a Dios, el hombre no puede robar ya que Dios no puede robar. Debido a que el único hombre real es el hombre creado a la semejanza de Dios y, dado que Dios está en todas partes, en realidad no puede haber en ningún lugar alguien que robe. Y en razón de que no hay ladrones que roben, Alan comprendió que no hubo nadie que hubiese querido robarle a él.

Se dio cuenta que si creía que alguien le había robado su bicicleta, él estaba violando el Noveno Mandamiento “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” (Exodo 20:16). Porque sin duda él estaba levantando un falso testimonio al creer que la idea de Dios, el hombre, podía hacer algo que el Padre-Madre Dios jamás lo capacitara para hacer.

Alan comenzó sinceramente a tratar de obedecer estos dos mandamientos. Cada vez que pensaba que su bicicleta había desaparecido, aplicaba las verdades que había aprendido de estos mandamientos.

Después de algunos días un compañero de escuela le dijo a Alan que él creía haber visto la bicicleta mientras repartía periódicos en otra parte del pueblo. Aquella tarde Alan y su madre fueron a la localidad y encontraron la bicicleta. Después de algunos arreglos, la bicicleta quedó tan buena como antes. Alan se sintió feliz de poder montar su bicicleta y manejarla otra vez. Pero también había aprendido algo muy importante. Había probado por sí mismo que el mandamiento “No hurtarás” también significa que uno no debe permitir que le roben.

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