Con determinada regularidad, las iglesias y sociedades de la Ciencia Cristiana invitan cordialmente desde el púlpito a que las personas interesadas en ser miembros presenten su solicitud.
Muy bien puede decirse que este llamado para servir en la iglesia tiene como base las siguientes consoladoras palabras de nuestro Señor y Maestro, Cristo Jesús: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28–30).
Por medio del estudio y la práctica, los estudiantes de la Ciencia Cristiana se dan cuenta de la importancia que tienen todos y cada uno de los dichos de Cristo Jesús. Sus palabras citadas, los consuelan y ayudan a mostrarles el camino verdadero que todo cristiano debe tomar. Los ayudan a abandonar las cargas, por lo general pesadas, de la creencia que supone que la vida es mortal, y los hace participar con gozo de la noción que el hombre es el reflejo de la Vida verdadera, el reflejo del Amor divino.
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