Tal vez uno de los conceptos de la Ciencia Cristiana que le es más difícil comprender a la gente en general, es la declaración de que la materia no es real. Sin embargo, esta verdad es fundamental para comprender y practicar esta Ciencia. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens., escribe: “El Espíritu es infinito; por lo tanto el Espíritu es todo. ‘La materia no existe’ no sólo es el axioma de la verdadera Ciencia Cristiana, sino que es la única base sobre la cual se puede demostrar esta Ciencia” (The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany — La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 357).
Un axioma es una verdad evidente por sí misma. Para la consciencia espiritual es evidente que la materia es ilusoria, pero no así para la equivocada consciencia material que se basa totalmente en que la materia es substancia y realidad. En nuestro estudio diario de esta Ciencia, aprendemos sobre la realidad y totalidad del Espíritu y sobre la naturaleza ilusoria de la materia. Nos esforzamos por comprender la verdad de que la vida, la substancia y la inteligencia son espirituales, que no se encuentran en la materia ni proceden de ella. Sin embargo, la mayoría de nosotros descubrimos que es muy difícil ver más allá de la evidencia de “esta carne tan tan sólida”, como la llamara Shakespeare.
Toda curación en la Ciencia Cristiana demuestra en cierto grado, que la materia y sus concomitantes — el pecado, la enfermedad, la restricción y demás — no son realidades ingobernables sino inversiones de la verdad. A menos que comprendamos claramente la totalidad absoluta del Espíritu y la consiguiente nulidad de la materia, es probable que nuestras demostraciones se vean restringidas.
Aun los físicos de hoy reconocen, hasta cierto punto, la naturaleza insubstancial de la materia. Ellos se ocupan de investigar la naturaleza y la estructura básica de la materia, pero cuanto más profundas son sus investigaciones, perciben con mayor claridad la naturaleza mental de la materia. Mrs. Eddy dijo esto mismo hace un siglo; pero ella profundizó aún más y reveló la totalidad del Espíritu, la Mente.
Si bien estos hombres de ciencia no necesariamente aceptan conscientemente el punto de vista de la Ciencia Cristiana acerca de la totalidad del Espíritu, están alcanzando con paso firme el mismo punto de vista en cuanto a la insubstancialidad de la materia. Por lo general, están de acuerdo en que la materia no está compuesta por partículas materiales sólidas e indestructibles sino que la consideran fundamentalmente eléctrica en su esencia. La teoría ondulatoria y la corpuscular, están cediendo ante las interpretaciones mentales, matemáticas o metafísicas. Sin embargo, aún hay un gran paso que dar entre el reino materialmente mental o eléctrico y el reino espiritualmente mental de Dios, la Mente.
Arthur Koestler, en su libro The Sleepwalkers (Los Sonámbulos, pág. 531), al hablar sobre la teoría ondulatoria de la materia, dice: “Algunos físicos interpretan las ondas que parecen constituir la materia como ‘ondas de probabilidad’ completamente inmateriales que indican ‘zonas perturbadas’ donde es posible que ‘se presente’ un electrón. Koestler cita a J. W. N. Sullivan quien se refiere a estas ondas de la siguiente manera: “Son tan inmateriales como las ondas de depresión, lealtad, suicidio y demás que se propagan a través de un país”, y continúa: “Desde este punto sólo hay un paso de por medio antes de llamarlas abstractas, mentales u ondas cerebrales existentes en la Mente Universal — y esto diciéndolo sin ironía”.
En un artículo sobre la teoría corpuscular intitulado “¿Puede un hombre de ciencia creer en Dios?” el doctor Warren Weaver dice: “Ningún hombre de ciencia ha visto jamás un electrón. .. Sin embargo, nada le es más ‘real’ a un hombre de ciencia que un electrón. En efecto, para un hombre de ciencia, si piensa profundamente, las sillas, mesas y rocas no son muy reales. Una mesa, examinada con las herramientas propias de un físico especializado en átomos es un conjunto vago y movedizo de cargas eléctricas siendo estas mismas muy indefinidas y fugaces. Examinada de esta manera, la mesa pierde totalmente la ilusión voluminosa de solidez”.
El doctor Weaver continúa: “... todas estas ideas voluminosas sencillamente pierden su valor bajo un examen profundo. Cuando él [el científico] se obliga a pensar hasta alcanzar los conceptos fundamentales, un conjunto de ideas completamente nuevo y extrañamente abstracto entra en juego. Los sólidos no son realmente sólidos. Los ‘objetos reales’ no están ni siquiera compuestos de átomos submicroscópicos semejantes a bolas de billar como creían físicos de hace medio siglo”. En resumen, el Dr. Weaver observa que, “... el científico sabe que la realidad cotidiana de la mesa y la roca es una ilusión, y que la realidad es, en efecto, una cosa muy sutil, evasiva y algo abstracta”. (Religions in America — Religiones en los Estados Unidos de América, págs. 207–209) de Leo Rosten.
Bertrand Russell, al tratar el aspecto filosófico, escribe en The Analysis of Matter (El análisis de la materia, pág. 402): “Con respecto al mundo en general, tanto físico como mental, todo lo que sabemos de su carácter intrínseco procede del ámbito mental y casi todo lo que sabemos acerca de sus leyes causales procede del ámbito físico. Pero desde el punto de vista de la filosofía la diferencia entre lo físico y lo mental es superficial e irreal”.
A los ojos de los hombres de ciencias naturales y de los filósofos, la materia ya ha perdido su fundamento de solidez. Sus átomos ya no se consideran como los cimientos del universo. Aun las giratorias fuerzas electrónicas, que ahora se las ve como componentes de los átomos mientras que antes se creía que eran partículas sólidas, están separadas por espacios comparativamente vastos. La materia que parezca ser la más sólida es, en efecto, espacio virtualmente vacío. El núcleo es la parte masiva del átomo. Si se comprimieran al máximo todos los núcleos de un cuerpo humano se los podría acomodar en la punta de un alfiler. ¡Con toda seguridad podríamos ver de qué clase de “substancia” está compuesto el cuerpo! Si se esponjara esa partícula minúscula colocada en la punta del alfiler hasta volverla a su tamaño original de un cuerpo humano, la cantidad de “materia” sería aún una partícula minúscula. Con esta ilustración en mente, la gente en general debiera apreciar mejor la descripción que hace Mrs. Eddy de la materia al llamarla ilusoria.
Con todo, al hablar sobre este tema con un amigo un tanto incrédulo, me dijo: “¡Ah! ¡Pero tú no has eliminado la materia simplemente con comprimirla! ¿Qué hay de esa partícula? ¿Acaso no sigue siendo material y real?” Esta pregunta la contesta el profesor Heisenberg, laureado con el Premio Nobel de física, cuando dice: “De hecho, estas pequeñísimas unidades de materia no son objetos físicos en el sentido común de la palabra; son formas, ideas que únicamente pueden ser expresadas sin ambigüedad en el lenguaje de las matemáticas” (Frontiers of Modern Scientific Philosophy — Fronteras de la Filosofía Científica Moderna, pág. 37).
Erwin Schroedinger, otro ganador del Premio Nobel de física, ha dicho que los elementos constantes de la materia son la forma y la organización. En su libro Science and Humanism (Ciencia y humanísmo, p. 21) dice: “La manera de expresarse en el lenguaje de todos los días nos engaña y parece que cuando oímos pronunciar las palabras ‘forma o ‘figura’ obligatoriamente debiera ser la forma o la figura de algo, que es forzoso que un substrato material adopte una forma. .. Pero cuando uno llega a las partículas fundamentales que constituyen la materia, pareciera que no existe motivo alguno para pensar nuevamente que están compuestas por algún elemento material. Ellas son, por así decirlo, forma pura, nada más que forma; lo que vuelve a surgir una y otra vez en observaciones sucesivas es esta forma, no una partícula individual de materia”. Además, la naturaleza subjetiva de la materia está indicada por el hecho de que el acto mismo de observar “partículas” subatómicas influye en su comportamiento.
Estos nuevos aspectos acerca de la naturaleza de la materia son interesantes porque demuestran que el mundo se está preparando para aceptar la teoría de la Ciencia Cristiana, de que la materia es la manifestación o proyección del pensamiento mortal. Sabemos que mediante el nuevo descubrimiento tecnológico de la olografía se pueden proyectar y fotografiar imágenes en el espacio. Esto es semejante al modo en que la mente mortal concibe sus pensamientos como el cuerpo material y su ambiente. Estas imágenes son retenidas en la mentalidad consciente o subconsciente o en la atmósfera general del pensamiento mortal. La enfermedad, las deformidades, la decrepitud, los accidentes, el pecado, las restricciones, la muerte, las guerras y demás, son imágenes proyectadas por la falaz mente mortal. Esta mente material al igual que su estrato, la materia, es de carácter eléctrico como lo han descubierto los hombres de ciencia. No obstante, para el Científico Cristiano todo el reino de la materia, la mente mortal y la electricidad es la falsificación mesmérica del reino de Dios, Espíritu, Mente divina, y de las identidades puras y santas creadas por el Alma.
La materia aparenta tener forma y organización porque es la imagen delineada, el estado solidificado, de la mente carnal. La Ciencia Cristiana viene a demostrarnos la realidad pura, perfecta y espiritual, de la cual las ilusiones de la materialidad son la falsificación o manifestación invertida. El hombre verdadero creado por Dios no está formado ni gobernado por la materia, ni por el sentido material o la electricidad, sino que es espiritual y está gobernado por la inteligencia divina y guiado constantemente por los pensamientos angelicales de la Mente divina.
La misión de la Ciencia Cristiana es reemplazar las equivocadas creencias inarmónicas y restrictivas del sentido material por las ideas verdaderas, substanciales, armoniosas e ilimitadas del Espíritu, la Mente, como son reveladas por el sentido espiritual. En el universo de Dios, todo está constituido por ideas puras y perfectas. Cuando discernimos devotamente estas ideas espirituales y nos aferramos a ellas, desplazan las creencias erróneas de nuestra consciencia y al revelarnos la realidad espiritual, surge la curación.
Cristo Jesús claramente percibió la totalidad y perfección de la creación espiritual y única de Dios. Fue esta percepción lo que lo capacitó para efectuar sus obras maravillosas y demostrar dominio completo sobre todas las creencias materiales. Él dijo: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha” (Juan 6:63). Es una bendición que se nos haya revelado esta Ciencia del Cristo en esta época. Esta revelación nos capacita para seguir su ejemplo y así elevarnos por sobre el reino falaz de la materia y el error hacia el reino del Espíritu, de la realidad divina y armoniosa.