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Diego y el Salmo 91

Del número de enero de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A Diego le gustaba la Biblia. Especialmente porque podía ayudarlo en cualquier lugar que estuviese—en la escuela, jugando con sus amigos o aun cruzando la calle.

Un día, en su clase de la Escuela Dominical, hablaron sobre el Salmo 91. Los Salmos eran una de las partes de la Biblia que más le gustaban a Diego. Un Salmo es un canto de gratitud a Dios por todas las cosas buenas que hace. Diego se apresuró a abrir su Biblia. Quería ser el primero en encontrar el Salmo 91. Este Salmo dice que Dios nos da fuerza y nos protege.

Diego y los otros niños leyeron cada uno de los versículos y luego pensaron en su significado. Diego casi salta de su silla cuando llegaron al versículo que dice: “Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad”. Salmo 91:4. Por primera vez, se dio cuenta de que Dios estaba presente, cuidándolo siempre. Así que podía confiar en que Dios lo protegería. Podía sentirse seguro en todo momento. Diego pensó que era lindo sentir esto. Sentirse seguro en Dios era como acurrucarse bajo las abrigadas plumas de un acolchado en una noche fría.

Valeria, otra de las alumnas de la clase, se preguntaba si Jesús habría pensado en el Salmo 91 cuando estuvo con sus amigos en una barca en medio de una gran tormenta. (Puedes leer esto en el capítulo 4 del Evangelio según Marcos.) La Biblia cuenta que los amigos de Jesús tenían mucho miedo de esta gran tormenta, pero Jesús no tenía miedo. Él les dijo a las olas: “Calla, enmudece”. Después que dijo esto, el viento cesó y se hizo la calma. La tormenta había terminado. Todos estaban a salvo.

Jesús sabía que Dios era su Padre, y que lo amaba y cuidaba de él y de todos. Es por eso que Jesús se sentía seguro en la tormenta.

Ese día, cuando terminó la Escuela Dominical, Diego corrió escaleras arriba, subiendo los escalones de dos en dos. Estaba apurado por llegar a su casa y contarle a sus padres lo que había aprendido. Los amigos que lo llevaban en el auto a su casa estaban felices de verlo sonreír de esa manera.

Cuando llegaron, Diego se despidió rápidamente, se bajó del auto, y corrió para cruzar la calle. Estaba tan apurado que no se dio cuenta de que venía un taxi en dirección opuesta, y se golpeó contra el costado del mismo.

Al principio Diego no entendió lo que había pasado. Todavía seguía pensando en el Salmo 91. En ese momento pensó: “Dios es mi Padre.

Dios me ama, estoy a salvo”. El taximetrista bajó del auto y corrió hacia él. —No te vi venir — dijo—. ¡No sé cómo no te atropellé! ¿Estás bien?— le preguntó.

Diego le dijo al hombre y a sus amigos que estaba bien. Todos se tranquilizaron al oír esto, y esperaron hasta que Diego entró en su casa. Una vez adentro vio que su pierna estaba sangrando; entonces sus padres le limpiaron la herida, y al cabo de un día o dos, su pierna estaba completamente curada.

El domingo siguiente, Diego le contó a su maestra y a sus amigos lo que había ocurrido. Dijo: “Dios estuvo conmigo en todo momento. Él me protegió y me ayudó, tal como dice el Salmo 91. En ningún momento tuve miedo. Me sentí seguro”.

Al terminar la clase, Diego se puso a saltar por todos lados como un canguro. Saber lo que significa ser amado y protegido por Dios, hace que estemos siempre contentos.

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