Un pequeño caracol se despertó una noche y vio las estrellas. La marea había bajado, mucho más que de costumbre, y él vio, por primera vez, esos puntitos de luz en el cielo. Estrellas que parpadeaban y centelleaban, y daban un guiño y brillaban sobre el mar.
A su alrededor, todos los caracoles tenían sus caparazones marrones y redondos hacia el cielo. El caracolito, en cambio, estaba panza arriba, preguntándose qué eran realmente las estrellas. Estrellas, estrellas, estrellas. Cuántas estrellas. Las empezó a contar.
—Una... dos... tres... ¿Cuántas estrellas hay? —se preguntó—. Cuatro...cinco... Un cangrejo de mar saltó fuera de una burbuja en la arena.
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