Cuando hace un tiempo se me inflamó la parte derecha del vientre fui al médico, quien me diagnosticó un plastrón apendicular. Mientras estuve internada en el hospital, una comisión de médicos quiso someterme a una operación de inmediato, pero esta opinión fue rechazada por el médico que me atendía y me enviaron a mi casa, sometiéndome a un riguroso reposo. Esto me impedía llevar a cabo todo tipo de labor, incluyendo mi profesión de pianista, con la cual llevo el sostén económico de mi familia.
Cuando una amiga se enteró de mi problema, me regaló el libro Ciencia y Salud. Comencé a leerlo, y aunque me costaba entender algunos términos, me confortaba con una paz inexplicable, así que continué la lectura. En este tiempo, también me asistió vía telefónica y por medio de la oración una practicista de la Ciencia Cristiana.
El médico me había indicado ponerme fomentos fríos en el vientre, pero pronto comprendí que esos fomentos eran un método material de curación, y que al usarlos le otorgaría a la materia un poder que no tiene, fomentando así la creencia en la enfermedad. Por lo tanto, no los usé, más bien traté de comprender que soy una idea espiritual y completa de Dios, y que no era necesario observar el cuerpo para ver si la inflamación del vientre bajaba.
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