Continuamente leemos titulares en los medios de comunicación que alertan sobre el calentamiento global, el cambio climático, la contaminación ambiental, y su impacto en todas partes del planeta. Gobiernos y entidades en muchos países están considerando este problema en busca de soluciones consensuadas para salvaguardar el futuro de próximas generaciones.
No obstante, hay algo más que nosotros podemos hacer: entender qué es lo que realmente está ocurriendo y enfrentar este tema desde una perspectiva espiritual que traiga curación.
Mary Baker Eddy—Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana—explica lo que realmente está ocurriendo en su obra Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: "El universo físico expresa los pensamientos conscientes e inconscientes de los mortales".Ciencia y Salud, pág. 484.
Entonces podríamos preguntarnos: ¿Qué pensamos de nuestro mundo? ¿Qué pensamos de nosotros mismos y de los demás? Los estados mentales que abrigamos se expresan en nuestro ambiente. Estados mentales de temor, ira y egoísmo, se expresan en un medio ambiente tumultuoso. Estados mentales de paz, amor fraternal y rectitud se expresan en un medio ambiente armonioso.
Así que, lo que realmente necesita nuestro mundo es que cuidemos del medio ambiente mental, una defensa espiritual de la ecología. Y la Ciencia Cristiana nos da una herramienta para que seamos actores en esta defensa: la oración diaria por nuestra comunidad mundial y el ambiente mental colectivo.
En la Biblia encontramos muchos ejemplos del dominio del hombre sobre las condiciones ambientales por medio de la oración que incluye comprensión espiritual, como en el caso de Cristo Jesús, que calmó la tempestad cuando su barca se estaba hundiendo.Véase Mateo 8:23-27. Él estaba consciente de la omnipresencia y omnipotencia de Dios, el bien, y Su control de toda situación, y esto hizo que naturalmente sobreviniera la calma. Siglos antes también se demostró el poder e impacto de la oración en el medio ambiente, por ejemplo, en el caso del Profeta Eliseo, que a pedido de pobladores de Jericó, sanó las aguas de los manantiales de esa ciudad derramando una vasija de sal.Véase 2 Reyes 2:19-22. En esa época la sal se utilizaba como conservante, era símbolo de salud, subsistencia, pureza, hospitalidad. Eliseo purificó el medio ambiente mental gracias a que tenía consciencia de la ley de Dios en acción, eliminando estados mentales de impureza y escasez. Es interesante ver que esta purificación que realizó Eliseo perduró a través de los siglos. El libro "Usos y costumbres de las tierras bíblicas""Usos y costumbres de las tierras bíblicas" por Fred H. Weight, pág. 309. explica: "En la actualidad, uno de los principales manantiales en Palestina es el que está en Jericó. Esta agua viene de una montaña en el desierto de Judea localizada atrás del pueblo. ...se le llama 'fuente de Eliseo'. Se cree que son las aguas sanadas por el profeta hace muchos siglos. Aun cuando el nivel de esta agua baja en tiempo de calor, muy raramente se seca por completo, y es un medio de agua para hombres y animales, y para el oasis, donde crecen los plátanos, higos y palmeras de dátiles de la región". Actualmente este manantial figura en las guías turísticas de Palestina como "Ayn esSultan" o "La Fuente de Eliseo".
Mary Baker Eddy también habló de las condiciones climáticas y ambientales y ejerció dominio sobre ellas. En una declaración escrita para el diario Boston Globe sobre el Día de Acción de Gracias en el año 1900, entre otras ideas expresó: "...la atmósfera de la mente humana, cuando se limpie del yo y esté imbuida de Amor divino, reflejará este estado subjetivo purificado en los cielos más claros, menos rayos, tornados y extremos de calor y frío".La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 265. Enseñó que por medio de la oración en la Ciencia Cristiana podían corregirse estados mentales tumultuosos. Clara Knox McKee, una alumna de la Sra. Eddy, en sus reminiscencias comenta que un día nuestra guía "llamó a sus estudiantes para que fueran a su estudio y señaló hacia una nube muy negra, con la forma de un cuerno, que estaba yendo hacia la casa en línea directa con la ventana del frente de su estudio. Ella pidió a cada alumno que fuera a la ventana y lo viera, y que percibiera que no hay elementos destructivos en la creación de Dios. Aunque parecía que giraba directamente en dirección a Pleasant View, más o menos una milla antes el ciclón cambió de curso y pasó por alrededor de Concord hacia las montañas, haciendo muy poco daño".We knew Mary Baker Eddy. Reminiscencias de Clara Knox McKee, pág. 193.
Nosotros podemos orar por las condiciones ambientales y mentales que percibimos en nuestro día a día, siempre manteniendo en nuestro pensamiento la armonía de la creación divina. Al centrar nuestra oración en los hechos espirituales sobre esa creación, es útil reconocer que Dios es la Mente infinita, la única inteligencia que existe, y que por ser hijos de Dios todos estamos unidos y actuamos bajo el gobierno de esta Mente perfecta. Por ello, el único medio ambiente mental en que nos movemos es el de la Mente divina, donde no hay conflicto ni peligros, todo es orden y seguridad.
En nuestra propia experiencia podemos orar por las condiciones ambientales y mentales que percibimos en nuestro día a día, siempre comenzando con nosotros mismos.
¿Cómo puede la comprensión de estos hechos espirituales ajustar la escena humana? Esta comprensión actúa como la levadura. Me gusta pensar en la parábola que Cristo Jesús enseñó a sus discípulos: "El Reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado".Mateo 13:33. La levadura espiritual es la ley de Dios, la Verdad divina. Cuando reconocemos la presencia y acción de esa ley, el medio ambiente mental se transforma totalmente expresándose en estados de consciencia puros y espiritualizados. Nuestras oraciones no se hacen en vano, sino que encauzan nuestro pensamiento en la Verdad, la realidad espiritual, y nos apartan de las concepciones materialistas.
Hace algunos años, se originaron incendios en las sierras de Córdoba, una provincia de Argentina, el país donde vivo. Debido a la gran sequía, no era fácila apagar esos incendios y llegaron a quemarse rápidamente miles de hectáreas. Cuando la noticia se publicó en los periódicos nacionales, comencé a orar sabiendo que realmente todos vivimos en el reino de los cielos, en la armonía, donde sólo existe la creación de Dios, del todo buena, en la que no hay elemento destructivo alguno. Dios reinaba y como promete en la Biblia, "haré descender la lluvia en su tiempo; lluvias de bendición serán".Ezequiel 34:26. Esta promesa era la ley de Dios en acción en esta situación.
Los bomberos estaban actuando valientemente y lograron reducir el fuego en cierta medida. Aunque era primavera, en breve se registró una abundante nevada y lluvias, que apagaron todos los focos de incendio.
Todos podemos tomar parte en la defensa más eficaz del medio ambiente: la defensa espiritual.