¿Es la alegría un estado emocional? ¿Cuáles son los frutos de expresar alegría?
Mediante el estudio de la Ciencia Cristiana aprendemos que la alegría, es algo innato en el hombre. Es una cualidad que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros. En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy escribe: “La felicidad es espiritual, nacida de la Verdad y el Amor” (pág. 57). Y porque la felicidad tiene su origen en Dios y es espiritual, no proviene de la mente humana, tampoco de las circunstancias humanas, tales como una buena posición económica, o incluso un lugar de privilegio en la sociedad.
A veces puede parecer que la alegría, o la felicidad, es efímera o escurridiza, pero a medida que vamos entendiendo más y más acerca de Dios, también aumenta nuestra capacidad para comprender la alegría. A medida que vemos a Dios como Espíritu, y por lo tanto infinito; que conocemos a Dios como Amor, el único origen del amor; en la proporción en que entendemos que Dios es el Principio, y por lo tanto, es la Verdad y el Amor inamovibles e invariables, y vamos comprendiendo gradualmente que somos los hijos de Dios y que Lo reflejamos, comenzamos a ver que expresamos naturalmente alegría y todas las cualidades de Dios. La Sra. Eddy explica que la Verdad y el Amor son “…el Principio de toda felicidad, armonía e inmortalidad” (Ciencia y Salud, pág. 261). Esto quiere decir que nuestra felicidad tiene una base fuerte, firmemente arraigada en la permanencia del Principio divino.
Sin embargo, muchas veces somos llevados a creer que la felicidad está basada en la materia, y se obtiene adquiriendo cosas materiales. Así que nos dedicamos a tratar de adquirir más y más cosas para lograr la felicidad. Pero ¿nos satisface realmente todo eso? Las cosas materiales se deterioran, o cambia la moda y las costumbres, y con el tiempo gran parte de lo que adquirimos ya no nos es útil.
La felicidad debe estar basada en Dios para que sea duradera.
La felicidad debe estar basada en Dios para que sea duradera. Y al estar basada en Dios, también debe ser generosa. La Sra. Eddy escribe también: “La felicidad… no puede existir sola, sino que requiere que toda la humanidad la comparta” (Ciencia y Salud, pág. 57) Cuando expresamos felicidad, llevamos nuestra alegría con nosotros donde sea que vayamos, y esta atmósfera de pensamiento eleva y sana. En las obras de la Sra. Eddy, la palabra “salud” a veces está ligada a la palabra “felicidad”, siendo la primera una consecuencia directa de esta última.
Volvemos al hecho de que cuando espiritualizamos el pensamiento, o conocemos mejor a Dios, el resultado no puede ser otro que la “salud, la felicidad y la santidad”. (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 15). En resumen, experimentamos armonía en cada aspecto de nuestra vida. Demostramos que somos la expresión completa de Dios, hechos a Su imagen, como dice el primer capítulo de Génesis.
Expresar gratitud en medio de un aparente caos, nos acerca más a Dios.
Quizá alguien pueda aducir que, estando sin trabajo, sin un hogar al que llamar propio, o quizá sin familia, la felicidad es algo muy difícil de sentir. Esto me lleva a una cita de la Biblia, en el Evangelio de Juan, donde Jesús dice lo siguiente: “…nadie os quitará vuestro gozo” (16:22). Jesús estaba hablando de ese gozo espiritual, nacido “de la Verdad y el Amor”, que nadie puede arrebatarnos justamente porque está dado por Dios.
Una de las cosas que más abre la puerta a esta felicidad es la gratitud. La gratitud por el bien más pequeño que haya en nuestra vida en medio de un aparente caos, o cuando no parece haber nada por lo que podamos dar las gracias, es poderosísima. Nos acerca a la fuente de la salud, de la felicidad, de la vida misma; es decir, nos acerca más a Dios. Y al sentir la presencia de Dios, inevitablemente sentimos alegría, quizá tímidamente al principio, pero va haciéndose cada vez más fuerte a medida que afirmamos nuestro derecho a poseerla y a manifestarla.
