En una oportunidad, me encontré con una amiga a quien hacía mucho tiempo que no veía. Ella me contó que había tenido una seria infección en el riñón. Entonces empezó a contarme en detalle los síntomas que había tenido y lo que padeció. En algún momento de la conversación me sentí impresionada por lo que decía y reviví en mi pensamiento todo lo que mi amiga contaba. Nos despedimos, y no volví a pensar en aquel encuentro.
A los pocos días, estaba realizando algunas tareas en el hogar cuando repentinamente me sentí mal. Tuve que dejar de trabajar. Fui al baño y noté que estaba sangrando. Es más, empecé a ir al baño cada cinco minutos. Me alarmé mucho cuando comprendí que presentaba todos los síntomas descritos por mi amiga.
Orar todos los días continúa espiritualizando mi pensamiento, y me hace sentir en paz.
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