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Siempre en el arca

Del número de noviembre de 2013 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en portugués


 Mi mamá y yo fuimos a la fiesta de cumpleaños de mi primito. Yo estaba jugando, corriendo y saltando cuando me caí y me lastimé la rodilla, y me dolía mucho.  

Me puse a llorar y me senté en la falda de mi mami, y le pedí que orara a Dios porque en la Escuela Dominical aprendí que Dios nos ama, nos protege y nos sana. Pero mi mamá me recordó la historia del libro Nicolás habla con Dios, que compró en una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana. 

Ese librito habla sobre un niño llamado Nicolás que se cayó del trineo y sentía mucho dolor en un lado del cuerpo. Entonces va a hablar con su papá y su papá le dice que el mismo Nicolás podía hablar con Dios. 

En la Escuela Dominical aprendí que Dios es el Amor divino, y que cuando oramos estamos conversando con Dios. También aprendí que Dios es el Padre y la Madre de todos nosotros. Así me di cuenta de que yo misma podía orar y hablar con Dios, porque sé que Él no quiere que ni yo ni ninguno de Sus hijos sintamos dolor. Yo quería volver a jugar pronto. 

En la Escuela Dominical había aprendido la historia del Arca de Noé. Mi maestra nos explicó que el arca protegió a Noé y a todos los animalitos. Después, ella leyó este significado de arca: “Seguridad...” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 581). Ella también dice que todos estamos protegidos porque estamos siempre en el arca, y en el arca no entra el mal, el miedo, las pesadillas y la tristeza. Entonces pensé que en el arca no entraba mi rodilla lastimada. Así que no necesitaba sentir dolor y podía volver a jugar. 

Mi mamá me abrazó casi llorando de alegría porque yo estaba practicando solita lo que había aprendido en la Escuela Dominical. ¡Ya sabes cómo son las mamás! Entonces me puse a jugar porque me sentía bien. Las otras personas empezaron a preguntar qué había ocurrido cuando vieron que yo estaba jugando. Así que les dije que ¡estaba a salvo en el arca! 

Ahora, ya no tengo miedo de los relámpagos. Un día, estaba lloviendo mucho y entró agua en mi balcón, pero yo no tenía miedo, porque sé que estoy siempre protegida en el arca. 

Me gusta mucho la Escuela Dominical porque allí aprendo que no necesito tener miedo de nada.

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