A lo largo de la vida todos tenemos que lidiar con la tentación. Las tentaciones puede que se manifiesten de distintas formas a cada uno de nosotros, pero todo aquello que intente apartarnos de la pureza, el amor y la obediencia que Dios imparte, es una especie de mal que debe ser vencido.
Es entonces causa de gran regocijo saber que toda tentación puede ser vencida mediante la gracia y el poder de Dios. Esto se debe a que Dios está siempre expresando, a través de Sus hijos hechos a Su imagen y semejanza, el valor, la fortaleza y la bondad que triunfa sobre “el mundo, la carne y el diablo” (Book of Common Prayer, 1662 edition).
La vida de nuestro Maestro, Cristo Jesús, fue un mosaico de sucesivas victorias contra la tentación.