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Un baúl lleno de tesoros

Del número de octubre de 2015 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en español


Desde el primer momento en que empecé a leer el libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, su lectura me atrapó. Quería conocer más acerca de Dios, y no podía dejar de leerlo. Presentaba ideas muy diferentes a las que siempre había creído. Así fue como, sin darme cuenta, muchos problemas que tenía comenzaron a solucionarse.

Cuando empecé a leer el libro Ciencia y Salud, mi hija y yo vivíamos juntas y no teníamos trabajo. Aunque yo no había estado orando específicamente por esto, de repente fueron surgiendo ideas que fuimos llevando a la práctica y en apenas dos meses estábamos trabajando muy bien. Mi especialidad era hacer pelucas, luego se incorporó mi hija, y comenzamos a hacer pelucas y postizos para un peluquero muy famoso de Argentina. Después, seguimos trabajando en forma más independiente, y la provisión siempre estuvo presente.

Una curación que me sorprendió mucho fue descubrir que mis amígdalas ya no eran visibles. Mis amígdalas eran enormes, y a veces, cuando me enfermaba de anginas, tenía que dormir sentada porque no podía respirar. Esa era una condición que había padecido desde niña, y los médicos les habían dicho a mis padres que corría un riesgo muy grande si no me operaban. No obstante, la curación se produjo por medio de la acción de la Mente divina, a medida que comprendí mejor mi relación con Dios.

Mediante el estudio de Ciencia y Salud, me he dado cuenta de que cuando oramos una de las cosas más importante es “escuchar” y reconocer que somos reflejos de Dios, por ende, reflejamos la inteligencia divina. Nada es nuevo para Dios, el bien infinito, y cuando reconocemos la unidad inquebrantable que tenemos con Él, nos damos cuenta de que tenemos por delante innumerables posibilidades de progreso, de aprender y demostrar la realidad espiritual. Nuestra identidad espiritual es el reflejo perfecto de la Mente perfecta, y cuando tomamos consciencia de esta verdad espiritual, comprendemos que tenemos todo el bien a nuestro alcance, pues para Dios y con Dios todas las cosas son posibles.

Para mí la Ciencia Cristiana es como un baúl lleno de tesoros muy valiosos, y cuando hurgamos persistentemente en él, somos premiados con perlas. Nos enseña acerca de nuestra relación con el Amor divino y sobre las leyes de Dios y cómo aplicarlas en nuestra vida diaria. Es realmente muy poderosa para vencer los desafíos, grandes y pequeños, que parecemos enfrentar cada día.

Sonia Nielsen, Buenos Aires

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