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¿Qué carrera elegir? Dios nos muestra el camino

Del número de diciembre de 2015 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en alemán


El siguiente versículo de Proverbios en la Biblia, expresa para mí de forma concisa la experiencia que estoy por relatar: “Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (3:5, 6). Como a muchos otros, a mí me enseñaron, tanto en casa como en la escuela, a razonar con sabiduría y pedir el consejo de otros antes de tomar una decisión. Este enfoque puede evitar que tomemos decisiones apuradas y finalmente erradas basadas en un “presentimiento”. Sin embargo, he encontrado que hay una tercera opción: recurrir a Dios y confiar en Su guía. Y he descubierto que este es el enfoque que trae las bendiciones más grandes.

Hace varios años, yo era trabajador social. A mí me encantaba mi trabajo. No había un minuto de aburrimiento, satisfacía mi deseo de hacer algo importante, y mis relaciones, tanto con mis colegas como con mis supervisores, demostraban aprecio y apoyo. No obstante, el trabajo no me permitía usar plenamente todos mis talentos. Así que con el tiempo, sentí el deseo de regresar al mundo de los negocios, en el cual había trabajado durante diez años.

Yo ansiaba asumir mayores responsabilidades. Constantemente, semana tras semana, sentía el impulso de hacer otro tipo de trabajo, y estaba pensando seriamente en efectuar un cambio. Además, cuatro de las cinco familias que estaba cuidando en aquella época, habían progresado mucho para estabilizar su situación, tanto era así, que estaban listos para vivir de manera independiente, lo que significaba que, si yo me iba, no necesitarían adaptarse a un nuevo trabajador social.

Sentía la convicción interior de que ahora era el momento correcto para hacer un cambio. Casi parecía como una voz, similar a lo que se describe en el siguiente versículo de Isaías: “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda” (30:21).

Muy pronto comenzaron a desarrollarse ideas respecto a qué dirección tomar. Sin embargo, también había pensamientos “a diestra y siniestra” tratando de plantear dudas sobre este deseo de que algo se manifestara. Uno de esos pensamientos era, por ejemplo, la opinión generalmente aceptada de que es más difícil encontrar trabajo cuando se está desempleado, puesto que los empleadores tienden a ser renuentes a contratar personas que han estado desempleadas. Otro pensamiento que me ponía ansioso era el riesgo financiero que estaba tomando, ¿cómo me las arreglaría si no tenía suficientes ingresos durante un prolongado período de tiempo?

Realmente tuve que luchar con estos conflictos internos y orar por ellos. Mis oraciones me ayudaron a comprender que podía apoyarme en los siguientes hechos:

  1. Dios me provee de lo necesario.
  2. La revelación que Dios tiene para mí siempre es la correcta.
  3. Dios hace que yo exprese todas las cualidades y capacidades espirituales que me ha dado, y esto nos beneficia a todos.
  4. Dios me está dirigiendo.
  5. Yo no necesito conocer por adelantado los detalles de la revelación que Dios tiene para mí.
  6. Yo estoy unido solo a Dios, y puedo escuchar Sus indicaciones. Y voy a seguirlo con un corazón dispuesto.

Yo había aprendido estos hechos en la Ciencia Cristiana, y ya había demostrado varias veces en mi vida que eran verdad. No necesitaba preocuparme por las posibilidades que tenía de encontrar un nuevo trabajo, y cuánto me durarían mis ahorros. Sabía que nuestra provisión viene de Dios. Percibí muy claramente que estaba a punto de producirse un cambio y que debía renunciar. Y eso fue lo que hice.

Dios hace que yo exprese todas las cualidades y capacidades espirituales que me ha dado, y esto nos beneficia a todos.

La experiencia continuó desarrollándose de una forma maravillosa, aunque al principio no parecía así. La situación en el mercado de trabajo en mi área de interés no era muy prometedora. Demasiadas personas estaban solicitando los pocos puestos disponibles. Además, me preocupaba que las lagunas que había en mi curriculum vitae inquietaran a los potenciales empleadores. Mi currículo era un poco inusual porque, en los últimos 15 años, había tenido una variedad de trabajos en diferentes áreas. No obstante, yo sabía que no podía ser castigado por eso, ya que había orado sinceramente antes de renunciar.

Me presenté con diligencia a todas las vacantes que se ajustaban a mi perfil. Y mi “antena espiritual” estaba “sintonizada” cada día y a cada hora; en otras palabras, estaba enfocado en seguir la guía divina. Yo sabía que mi provisión viene de Dios, porque soy Su expresión, y que Él expresa todo el bien en mí, y yo había experimentado con frecuencia la verdad de esta idea en mi vida. Las siguientes palabras de un himno del Himnario de la Ciencia Cristiana, fueron mi constante compañero durante esa época:

Me guía Dios; me guía Dios,
       ¡qué bendición! me guía Dios.
Su seguidor yo quiero ser,
       pues con Su amor me guía Él.

(Joseph H. Gilmore, Nº 95, traducción español © CSBD)

Continué solicitando puestos, sin ninguna señal visible de éxito alguno. Pero afirmaba que Dios tenía el lugar correcto para mí, y que se manifestaría en el momento correcto. Y esperé pacientemente.

En enero, mi esposa y yo teníamos que decidir si seguíamos adelante con nuestro plan de tener cuatro semanas de vacaciones. Yo no había salido de vacaciones en años, pero estaba preocupado de que me invitaran a tener una entrevista justo durante esas cuatro semanas y perder la oportunidad. Oré a Dios de todo corazón para saber qué hacer, y en mis oraciones tuve la convicción de que podría irme de vacaciones con mi esposa sin sufrir desventaja alguna.

Una semana antes de nuestra partida, recibí una llamada de la oficina de personal de una de las compañías a las que había entregado mi solicitud. Me preguntaron si podía ir para una entrevista dos días después. Yo estaba encantado, y mi corazón estaba lleno de alegría. La entrevista estuvo muy bien. Tuve la sensación de que era un fuerte candidato, pero también percibí que había un par de preguntas que la compañía quizás necesitara aclarar.

¿Qué debía hacer? ¿Cancelar mis vacaciones después de todo? Pero cuando oré nuevamente por la situación, me vino este pensamiento: “Si te piden que vayas para una segunda entrevista, ¿por qué no les preguntas si es posible hacerla por Skype?” 

Y eso fue exactamente lo que ocurrió. A los diez días me invitaron a tener una segunda entrevista, y la compañía estuvo de acuerdo en entrevistarme por Skype. En la segunda entrevista se podrían aclarar las preguntas que quedaban. Una semana después de regresar de vacaciones, empecé mi nuevo trabajo. ¡Me sentí muy feliz y agradecido! El nuevo trabajo era interesante y valioso, e incluía muchas responsabilidades, y demostró ser un importante escalón para progresar en mi carrera profesional.

Estoy muy agradecido por esta experiencia, porque me demostró que Dios revelará lo que es mejor para nosotros. Cada uno de nosotros puede crecer y florecer a diario, o en otras palabras, experimentar progreso y desarrollo. Lo único que tenemos que hacer es ser humildes y permitir que Dios nos guíe. Bajo Su guía, estamos todos a salvo.

Harald Warschke, Berlín

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