Un día, iba de camino a almorzar con unos amigos, cuando sentí una puntada muy fuerte en el pecho. No le di mucha importancia ni comenté nada. Después de almorzar tenía que ir a trabajar y luego leer en la reunión de testimonios de los días miércoles, en una filial de la Iglesia de Cristo, Científico.
Continué con las actividades que tenía previstas para ese día, y esa noche llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana. En ese momento tenía un gran malestar, me dolía el brazo, la espalda y me faltaba el aire para respirar. Aunque no tenía miedo, sabía que debía pedir ayuda para librarme de eso. El practicista me alentó a que confiara totalmente en Dios, porque Él es mi vida.
Mi madre comenzó a leerme pasajes de la Biblia y del libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Especialmente me gustaba escuchar la “declaración científica del ser” que dice en parte: “Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, pues Dios es Todo-en-todo” (pág. 468).
Mantuve mi pensamiento firmemente en la comprensión de que Dios es Vida, y que la Vida divina es mi vida.
Me di cuenta de que tenía que aceptar que Dios es la Vida misma, y que no hay otra vida. Yo aceptaba esta verdad de todo corazón porque confiaba en que Dios era mi Padre-Madre, y que solo Él y Su creación perfecta estaban presentes.
También leía las palabras acerca del hombre en Ciencia y Salud, donde dice: “El hombre no es materia; no está constituido de cerebro, sangre, huesos y otros elementos materiales.… El hombre es espiritual y perfecto; y porque es espiritual y perfecto, tiene que ser comprendido así en la Ciencia Cristiana” (pág. 475). Y lo que más me gusta es que continúa diciendo: “El hombre es idea, la imagen, del Amor; no es el físico”. Somos ideas espirituales que moran en la Mente divina y están protegidas por el Amor.
Hablé con el practicista y le dije que estaba muy preocupada porque no me sentía bien y ese mes tenía mucho trabajo. Soy maestra y trabajo en un liceo de arte en la parte de plástica. Tenía grupos de 25 a 30 chicos y tenía que moverme bastante con ellos. Además trabajaba en otro establecimiento, donde tenía un taller de cerámica, y estábamos trabajando mucho para preparar dos muestras para el final de ese mes.
Como estaba muy temerosa de no poder terminar el trabajo que tenía que realizar, el practicista me dio esta cita de la Biblia: “No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2º Timoteo 1:7). La palabra dominio me llenó de gozo, porque no se trata del dominio personal o humano, sino del dominio que Dios nos ha dado porque somos Su imagen y semejanza.
Dios nos hizo para que incluyamos todas las ideas correctas, y eso es lo que tiene que preponderar en nuestro pensamiento, que somos ideas del Amor, que somos completos y el mal no puede tocarnos, y que con este conocimiento podemos vencer cualquier situación discordante. Mantuve mi pensamiento firmemente en la comprensión de que Dios es Vida, y que la Vida divina es mi vida.
Las molestias duraron unos treinta días, y de pronto todos los síntomas desaparecieron.
En la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana de esa semana leí: “Que la discordancia, cualquiera sea su nombre y naturaleza, no se oiga más, y que el sentido armonioso y verdadero de la Vida y del ser tome posesión de la consciencia humana” (Ciencia y Salud, pág. 355).
La oración en la Ciencia Cristiana tiene el propósito de transformar el pensamiento. Cuando la creencia errada en la enfermedad desaparece del pensamiento, no está en ninguna parte, y se produce la curación.
Lo que Dios sabe acerca del hombre y cómo lo ve, es lo que realmente somos: un ser completo, perfecto y con total dominio sobre todo.
María Antonia Caporizzo, Santa Fe