Mary Baker Eddy escribe: “El pastor vigilante contempla los primeros tenues rayos del alba antes de que llegue el pleno resplandor de un nuevo día. Así brilló la pálida estrella para los pastores profetas; sin embargo, atravesó la noche, y llegó donde, envuelto en tierno amparo, se hallaba el niño de Belén, el heraldo humano del Cristo, la Verdad, quien había de aclarar al entendimiento oscurecido el camino de la salvación mediante Cristo Jesús, hasta que a través de una noche de error alborearan los rayos de la mañana y brillara la estrella guiadora del ser. Los Magos fueron guiados a contemplar y a seguir este lucero matutino de la Ciencia divina, que ilumina el camino hacia la armonía eterna” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. vii).
Al pensar en el nacimiento de Cristo Jesús, me maravilla ver con qué rapidez respondieron los pastores al anuncio del ángel, de que había nacido un niño, “un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:11). Los pastores, aunque seguramente al principio se sorprendieron mucho, aceptaron las buenas nuevas con alegría.
Los pastores no cuestionaron el anuncio; parece como que sus corazones maravillados, sabían que era cierto. Ellos aceptaron este hecho como niños pequeños, quienes con toda naturalidad y alegría esperan el bien y son atraídos por él.
Como todos sabemos, durante la época navideña toda la atmósfera en muchas partes del mundo cambia. Hay un espíritu de renovación, amistad y alegría muy palpable. Y no podemos dejar de reconocer que el amor y la felicidad tienen su verdadera fuente en el reino de Dios que, como dijo Cristo Jesús, está dentro de cada uno de nosotros (véase Lucas 17:21).
Para mí, esa alegría y paz que viene al comprender a Dios, es el preciado y perdurable regalo que el Cristo sigue trayendo a nuestros corazones, como lo recibieron los pastores y los Reyes Magos hace más de dos mil años.
Permitamos que el espíritu de esta Navidad resplandezca en nuestros corazones, llenos de alegría y gratitud, y envíe su mensaje de paz y esperanza a todo el mundo.
Patricia del Castillo