La crianza de los hijos es, sin duda, todo un desafío. ¡Nos llegan sin instrucciones! Así que tenemos que hacer lo mejor posible, por medio de la oración y la guía de Dios, y a veces con la útil ayuda de otros, para brindarles el cuidado que contribuirá a que sean personas de bien, honrados y felices.
Una forma es enseñarles desde pequeños, y con nuestro propio ejemplo, a valorar la gratitud y el respeto hacia los demás. La gratitud no es simplemente un trato de cortesía, es también una expresión de amor. Expresar gratitud hasta por las cosas más pequeñas contribuye a traer armonía a nuestras vidas y a nuestras relaciones con los demás. Ayuda a resolver malos entendidos o conflictos mucho más fácilmente.
La gratitud nos ayuda, en cierto sentido, a mantenernos alertas y vigilantes para desechar todo pensamiento errado y negativo, y guardar en nuestra mente solo pensamientos espirituales que traigan armonía y paz a nuestra vida familiar.
Dar gracias a Dios es igualmente importante. Significa que reconocemos que una bendición, por ejemplo, provino del Amor divino, no de nosotros mismos. Expresar gratitud nos ayuda a ser receptivos al bien que ya está presente. Reconocer la presencia y el amor de Dios, el Principio divino que opera en nuestra vida, nos permite ver más allá de la materialidad, más allá del sentido de limitación que nos rodea, y discernir y demostrar la creación espiritual, el bien infinito, ahora mismo.
Una colaboradora de este número de El Heraldo celebra la importante tarea de las madres al criar a sus hijos, y señala que todo resulta mucho más armonioso cuando reconocemos que nuestra Madre, Dios, es la que en verdad gobierna tanto a los niños como a las madres. Cuando tomamos consciencia de este hecho espiritual, permitimos que Dios cuide de nuestros hijos de la manera más armoniosa y sabia. Esto nos da la inteligencia para hacer lo que es correcto para ellos, y responder a sus necesidades de la mejor forma.
Con sus testimonios de curación de diabetes y cáncer de colon, esta edición demuestra que aprender que somos una idea espiritual, por siempre perfecta y armoniosa en Dios, puede librarnos de todo tipo de mal.
A través de nuestro sincero deseo de alcanzar una mayor comprensión espiritual, glorificamos a Dios, expresamos amor, y demostramos nuestro agradecimiento por todas las bendiciones, grandes y pequeñas, que recibimos cada día.
Patricia del Castillo
