La crianza de los hijos es, sin duda, todo un desafío. ¡Nos llegan sin instrucciones! Así que tenemos que hacer lo mejor posible, por medio de la oración y la guía de Dios, y a veces con la útil ayuda de otros, para brindarles el cuidado que contribuirá a que sean personas de bien, honrados y felices.
Una forma es enseñarles desde pequeños, y con nuestro propio ejemplo, a valorar la gratitud y el respeto hacia los demás. La gratitud no es simplemente un trato de cortesía, es también una expresión de amor. Expresar gratitud hasta por las cosas más pequeñas contribuye a traer armonía a nuestras vidas y a nuestras relaciones con los demás. Ayuda a resolver malos entendidos o conflictos mucho más fácilmente.
La gratitud nos ayuda, en cierto sentido, a mantenernos alertas y vigilantes para desechar todo pensamiento errado y negativo, y guardar en nuestra mente solo pensamientos espirituales que traigan armonía y paz a nuestra vida familiar.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!