En ocasiones parece como que una tormenta se está gestando en nuestro pensamiento. Cualquiera sea la razón —dificultades familiares, desempleo, enfermedad, temor— hay una solución espiritual que acallará la tormenta y traerá la paz y la curación que deseamos. Podemos encontrar esa solución mediante la voz del Cristo, la Verdad, que nos habla dentro de nuestro propio corazón y pensamiento. Es la “‘voz callada y suave’ del pensamiento científico” que, como señala Mary Baker Eddy: “se extiende sobre continentes y océanos hasta los confines más remotos del globo. La voz inaudible de la Verdad es, para la mente humana, como cuando ‘ruge un león’. Se oye en el desierto y en los lugares tenebrosos del temor” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 559).
El mensaje que Cristo nos ha dado nos libera de las temerosas creencias acerca de nuestra identidad, nuestro propósito, nuestro futuro, creencias basadas en lo que nos dicen los sentidos materiales. Nos permite mantenernos firmes y comenzar a aprender a conocer mejor a Dios y nuestra verdadera identidad espiritual. A medida que aprendemos a conocer a Dios, empezamos a conocernos a nosotros mismos como Su reflejo perfecto.
Este conocimiento no consiste simplemente en aprender la letra de nuestro Pastor, la Biblia y Ciencia y Salud, sino en comprender el espíritu de la misma. Saber frases de memoria no es suficiente, de modo que oramos también para obtener la comprensión espiritual de esas frases, y las bendiciones se manifestarán como resultado de ello. Ninguno de nosotros puede comprender toda la verdad de la noche a la mañana, pero dar pequeños pasos con persistencia y alegría, nos permite a cada uno adquirir una comprensión más profunda de la Ciencia divina.
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