En el verano de 1906, los Científicos Cristianos se estaban reuniendo para celebrar la dedicación de la Extensión de La Iglesia Madre. Hasta los informes en los diarios de la época parecieron captar el espíritu de que estaba ocurriendo algo más que la simple congregación, de los que se estimaba entre treinta y cuarenta mil Científicos Cristianos, en Boston, para asistir a las diversas actividades. El Boston Herald escribió:
“Cinco mil personas arrodilladas en comunión silenciosa; una profunda quietud; y luego, elevándose al unísono desde la vasta congregación, ¡las palabras del Padre Nuestro!...
“Fue un acontecimiento que quien lo haya presenciado no podrá olvidar jamás… Había algo que emanaba de los miles que adoraban bajo la cúpula del gran edificio, cuya inauguración formal habían venido a celebrar, algo que atraía a la imaginación y la avivaba. ¡Una religión comparativamente nueva iniciándose en una nueva era, y adoptando una posición completamente diferente ante el mundo!” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 29).
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