Actualmente, en las grandes ciudades e incluso en algunos pueblos de campo en Brasil, la gente vive aterrorizada debido a la falta de seguridad urbana. Para muchos, es difícil confiar en que las políticas de seguridad pública se cumplan.
Hoy en día, por sentirse temerosa o insegura, mucha gente permanece encerrada dentro de sus casas y, con frecuencia, dejan de ir a lugares que antes les gustaba visitar.
Pero ¿hasta cuándo vamos a permitir que el temor nos impida hacer las cosas que disfrutamos hacer o de ir a lugares a los que acostumbrábamos ir? ¿Cuáles son las causas de la falta de seguridad urbana?
Las presiones de la pobreza a veces son parte del problema. Algunas personas roban y cometen actos de violencia por desesperación, por creer que es la única forma, o la más fácil, de tener acceso a una provisión considerable. Pero lo que es determinante es la actitud de cada individuo, ya que, en general, alguien que tiene buen carácter no tiene necesariamente la inclinación de obrar mal, cualquiera sea su situación económica.
La Ciencia Cristiana brinda respuestas a los dos aspectos del problema. Nos permite tomar nuestras armas espirituales y enfrentar las creencias en la pobreza y en la violencia con tranquilidad, confianza y determinación. Al orar para ser más receptivos a la eterna presencia del Cristo, la Verdad, podemos tener pensamientos espirituales protectores, correctos y afectuosos acerca de nosotros mismos y de los demás. Dichos pensamientos, que vienen de Dios, reemplazan las ideas equivocadas acerca de que el hombre está privado de cosas o tiene la inclinación de ser violento. En cambio, vemos que Dios nos creó a cada uno y a todos a Su semejanza. En la totalidad de Dios, el Amor divino, nadie está privado ni puede experimentar dificultades de ningún tipo. En la totalidad del Amor todos son igualmente amados —y afectuosos— y tienen abundancia de provisión.
Mediante la oración altruista, llena de genuino amor por nuestro prójimo, podemos percibir que la sustancia espiritual ilimitada es una realidad, que es el Espíritu, y se expresa en nuestra verdadera naturaleza. Esta sustancia jamás puede faltar, sino que está siempre a disposición de todos. Ver a nuestro prójimo bajo esta luz, tiene un efecto práctico y revela la naturaleza útil y armoniosa de todos nosotros, que desborda de bondad. Esta oración es el reconocimiento del bien siempre presente, y para aquel que supuestamente tiene necesidades, es una ayuda mucho mayor, que las simples donaciones materiales transitorias que pueda recibir.
Ofrecerse como voluntario para la asistencia social, es una forma generosa y altruista de ayudar, pero lo más importante es comprender la amorosa y completa naturaleza de la creación de Dios. Esta comprensión cambia totalmente la manera errónea y temerosa en que a veces puede que veamos a aquellos que se consideran diferentes a nosotros. La principal ayuda que deberíamos claramente prestar es reconocer en oración que Dios nunca ha creado a un hombre violento, incapaz, desprovisto, pobre, a quien le falta la provisión abundante de Dios.
Esta oración es la mejor contribución que podemos hacer para disminuir la aparente discordia social basada en las diferencias económicas y culturales, porque ayuda a destruir la creencia de que algunos tienen demasiado y otros demasiado poco. Dios, el bien, es omnipresente, y la sustancia divina se expresa en cada uno de Sus hijos.
La Ciencia Cristiana nos hace comprender que, como Dios siempre provee a cada individuo todo lo que necesita, nadie necesita robarle a otro para sobrevivir. Todos recibimos abundante provisión, porque todos somos uno con Dios, que es la fuente ilimitada de nuestra provisión. A medida que comprendemos esto, vemos que la provisión se manifiesta continuamente en nuestra experiencia, y superamos la creencia de que los celos, la codicia, el odio, el antagonismo, la falta de respeto, la indiferencia o la agresión, puedan estar presentes entre los hijos perfectos de nuestro Padre-Madre Dios.
En la totalidad del Amor todos son igualmente amados y tienen abundancia de provisión.
La desigualdad social es tan solo una creencia, una creación hipotética de la mente mortal. Por ser el reflejo de la Mente única, Dios nos sostiene, a todos Sus hijos, por igual. Como dice Pedro en la Biblia: “En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas” (Hechos 10:34). La Mente divina no ve ricos y pobres, sino que bendice completa e igualmente a cada una de sus ideas. Por lo tanto, todos nosotros, sin excepción, estamos recibiendo constantemente, por reflejo, la ilimitada provisión de Dios directamente de Él. Esto es la ley divina, y debe cumplirse. Y como se cumple, la provisión se manifiesta en todos lados, incluso donde, para el sentido material, parece haber escasez. El cumplimiento de esta ley niega completamente cualquier disparidad, desigualdad o discordancia entre las personas de diferentes clases sociales, y entre todos los hijos de Dios.
Al orar por la violencia, no necesitamos preocuparnos acerca de la manera en que la ley de Dios armonizará las situaciones discordantes. El Amor divino se está expresando continuamente, de formas ilimitadas. Mary Baker Eddy escribe en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (pág. 494).
Al comprender el cuidado siempre presente del Amor divino, podemos experimentar una completa e irrestricta seguridad, dondequiera que estemos, puesto que Dios es omnipresente y, por lo tanto, siempre se halla justo donde nos encontramos.
La omnipresencia del Amor divino revela la irrealidad del mal. El mal no es cosa, lugar o persona, es nada. Por lo tanto, jamás puede alcanzarnos a nosotros o a alguien más. En la totalidad de Dios siempre estamos a salvo, y nada, absolutamente nada, puede separarnos del Amor divino.
Cuando enfrentamos una situación discordante, podemos mantener la calma, sabiendo que, tanto nosotros como la persona que supuestamente está tratando de hacer el mal, reflejamos realmente a la misma Mente divina del todo afectuosa. Todos estamos, en este mismo momento y siempre, protegidos y provistos por el Amor infinito único.
En la Biblia, encontramos esta llamada de atención: “Porque el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía” (Job 3:25). Por lo tanto, no tengas miedo ni reacciones, sino comprende que todo, incluso en esa aparente situación peligrosa, está gobernado por la Mente divina infinita. Actúa con amor, puesto que, como dice la Sra. Eddy en Ciencia y Salud: “…el Amor es reflejado en el amor” (pág. 17).
Hace muchos años, un amigo mío, quien es también estudiante de Ciencia Cristiana, estaba manejando su automóvil en una gran ciudad brasileña, y decidió estacionar en una calle lateral. Tan pronto salió de su vehículo, un grupo de adolescentes que viven en las calles —comúnmente conocidos en Brasil como pivetes— se acercaron inmediatamente a él. Trataron de intimidarlo y le dijeron que les diera todo su dinero.
Había más de diez adolescentes a su alrededor. Entonces, mi amigo comenzó a declarar allí mismo, que el mismo Dios del todo afectuoso que lo estaba protegiendo a él, también estaba protegiendo a cada uno de esos jóvenes, impidiéndoles que fueran un instrumento del mal. Con mucha calma y valentía les dijo: “No tengo nada para darles en este momento”. Orando en silencio continuó declarando que cada uno de esos chicos ya estaba recibiendo todo lo que necesitaba, que su naturaleza ya incluía todo el amor y la sustancia divina. Reconoció que todo estaba en perfecta armonía, como siempre tiene que ser.
Después de unos segundos, uno de los muchachos, quien aparentemente era el mayor y líder del grupo, ordenó que se fueran. En ese momento, todos se retiraron en silencio, sin robar ni hacer daño a mi amigo, como si nada hubiera pasado.
La Mente divina no hace distinción entre personas más o menos favorecidas, sino que bendice a todo reflejo completo de sí misma. Todos, sin excepción, podemos participar de las infinitas bendiciones de Dios que libremente y a borbotones son derramadas sobre todos nosotros.
Reconozco la infinitud del bien, que rodea todo y a todos. Dios nos ama infinitamente. Todos tenemos innumerables oportunidades de ver los efectos de la acción del Amor divino en nuestra vida diaria. Podemos estar siempre alegres y a salvo, donde quiera que estemos.