Si piensas que es raro sentir alegría cuando uno ora, estudia profundamente y crece espiritualmente en la Ciencia Cristiana, piensa en esto: “¿Acaso no llena de profunda alegría comenzar a comprender y a probar las infinitas posibilidades de vencer las limitaciones y las desarmonías de la materia? ¿No es inspirador comenzar a probar paso a paso que la materia, con todas sus jactanciosas pretensiones de ser verdadera sustancia, no es lo que aparenta ser?
Mary Baker Eddy habla acerca de un período de estudio profundo después de su descubrimiento de la Ciencia Cristiana. Ella investigó la Biblia para descubrir más sobre lo que se encuentra detrás de la significativa curación que experimentó en aquel entonces. Ella escribió: “La búsqueda fue dulce, calma, y animada con la esperanza, no egoísta ni deprimente” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 109).
Cristo Jesús, quien habló de la alegría en muchas oportunidades, caminó sobre el agua, resucitó muertos, alimentó multitudes, y luego se resucitó a sí mismo de la tumba y más tarde ascendió. Debido a su gran amor y promesa a aquellos que estén dispuestos a seguirlo, dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará…” (Juan 14:12).
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