He sido estudiante de la Ciencia Cristiana toda mi vida. Cuando estaba en la universidad, fue de gran ayuda para mí en los exámenes. En ocasiones, tenía materias muy difíciles, que requerían de una gran comprensión y de estar razonando conceptos muy abstractos. Esto hace que sea casi un reto para el alumno, poder convencer por medio de un examen a un maestro, que uno sabe la materia.
Yo trabajaba y estudiaba al mismo tiempo, y tenía una vida muy ocupada. Así que en muchas ocasiones llegaba 15 o 20 minutos tarde a una de mis clases, y también a sus exámenes.
En una oportunidad llegué tarde a un examen. El maestro me dijo: “No creo que acabes, Antero, con el examen, pues, todos estos jóvenes están desde que inició la clase y no han podido acabar”. Yo simplemente le dije que haría el examen y contestaría hasta donde alcanzara el tiempo. Me senté e hice el examen, y fui uno de los primeros en terminar.
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