Mediante el estudio de la Ciencia Cristiana he tenido muchas experiencias del poder restaurador de Dios. Curaciones y soluciones de diversos problemas, no sólo en mi propia experiencia, sino en la de toda mi familia.
No obstante, hay algunas experiencias que sobresalen porque son como esos pilares que te muestran “este es el camino”. Una de ellas ocurrió hace muchos años. Yo era bastante nueva como estudiante de la Ciencia Cristiana, y sufrí una gran decepción y desilusión con una persona muy cercana a mí. Realmente me sentí traicionada, y herida profundamente.
Casi de inmediato, se me produjo una hemorragia intestinal muy alarmante. Entonces, a ese sentimiento de rencor y resentimiento que yo estaba sintiendo, se agregó un gran temor por esta situación. Así que llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara por medio de la oración.
Ella me sugirió que leyera el capítulo “La fisiología” del libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, donde encontré varias citas muy útiles. Entre ellas: “Debiéramos comprender que la causa de la enfermedad se encuentra en la mente humana y mortal, y que su curación viene de la Mente divina e inmortal” (pág. 174).
Ese día nos comunicamos varias veces. Poco después, la hemorragia cesó, pero al otro día se repitió aunque con menor intensidad, y finalmente desapareció, y no volvió a manifestarse.
Sin embargo, la curación completa realmente se concretó cuando pude vencer el resentimiento y hasta el odio que tenía por esa persona que yo creía que me había ocasionado un gran mal. Este proceso llevó alrededor de un año. Pero yo seguía orando por esto, porque me sentía atrapada en ese sentimiento que yo entendía que no me pertenecía, que no era mío.
También me di cuenta de la importancia de cuidar nuestro pensamiento, pues, era obvio para mí que la hemorragia intestinal había sido una reacción a los pensamientos errados que estaba sintiendo contra aquella persona.
Un artículo titulado “Amad a vuestros enemigos” fue muy preciado para mí, porque la Sra. Eddy llega a la conclusión de que realmente no tenemos enemigos. Dice así: “Aun en creencia no tienes sino uno (y, en la realidad, ni ése), y este único enemigo eres tú mismo —tu creencia errónea de que tienes enemigos; de que el mal es real; y de que en la Ciencia existe algo más que el bien” (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 10). Y luego escribe: “La falsedad, la ingratitud, el juicio equivocado y la acerba recompensa al bien con el mal —sí, los agravios reales (si es que el agravio puede ser real) que he soportado por mucho tiempo a manos de otros— muy felizmente me han elaborado la ley de amar a mis enemigos” (pág. 13).
Finalmente un día, me enteré de que esta persona estaba atravesando por una situación difícil. Y casi sin darme cuenta, noté que, al orar por mi familia, estaba incluyendo a esta persona en mi oración. En ese momento sentí mucha gratitud, porque me sentí totalmente liberada de ese sentimiento de odio.
Tiempo después, mi relación con esa persona mejoró notablemente; de hecho, mejoró mi relación y el trato con el resto de las personas, porque entendí que cada uno de nosotros es el hijo del Amor, que la Sra. Eddy define como uno de los sinónimos de Dios. Entonces, inevitablemente tenemos que expresar y reflejar amor. Vi claramente que la capacidad de odio no tiene lugar en el hijo amado de Dios. Esta percepción cambió mi visión en cuanto a los demás, mis vecinos, familiares, amigos, miembros de la iglesia.
Esta experiencia me enseñó cuán importante es dejar fuera de nuestro pensar todo lo que sea negativo, el resentimiento, la crítica. De hecho, Ciencia y Salud nos recomienda estar de porteros a la puerta del pensamiento para impedir la entrada a todo pensamiento equivocado, y solo permitir la entrada a los buenos pensamientos, a fin de vivir armoniosamente (véase pág. 392).
La renovación espiritual que se produce en nuestro pensamiento cuando aplicamos las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, es maravillosa; permanece con nosotros, y cambia nuestra vida para siempre.
Gloria Grasso, Montevideo
Original en español
