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Infección sanada, audición restaurada

Del número de diciembre de 2016 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en Francés


Hace tres años se me infectó un oído, y me di cuenta de que casi no podía oír. Me puse a orar de inmediato. Como podía oír perfectamente por el otro oído, podía trabajar y hacer mis actividades diarias sin problema alguno.

Me puse a reflexionar sobre la definición de “Oídos” en el Glosario de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. “No los órganos de los así llamados sentidos corporales, sino la comprensión espiritual” (pág. 585). Me estaba esforzando por ver que mi comprensión espiritual es un reflejo de la inteligencia divina, y no podía ser obstruida. Como había sentido temor, decidí llamar a una practicista de la Ciencia Cristiana para pedirle ayuda a través de la oración.

También oré con la última parte de la definición de “Creador” en Ciencia y Salud: “Dios, quien hizo todo lo que fue hecho y quien no pudo crear un átomo o un elemento opuesto a Él mismo” (pág. 583). Gracias al apoyo de la practicista, el temor desapareció y fue reemplazado por la convicción de que solo el bien se estaba manifestando.

Meses después, el oído empezó a dolerme muchísimo. Llamé nuevamente a la practicista. Ella de inmediato me pidió que leyera un pasaje de la página 7 de Ciencia y Salud: “El ‘oído divino’ no es un nervio auditivo. Es la Mente que todo lo oye y todo lo sabe, para quien cada necesidad del hombre es siempre conocida y por quien será satisfecha”. Ella también compartió conmigo otras verdades que me ayudaron. El dolor desapareció muy pronto, pero yo todavía no podía oír bien por ese oído.

Me estaba esforzando por comprender que no existía ninguna otra influencia o causa aparte de Dios. La tal llamada infección no era real y no tenía poder para privarme de mi capacidad de oír; su poder aparente se basaba en una suposición de que los sentidos del hombre son materiales y están fuera del control de Dios. Pero como aprendemos en la Ciencia Cristiana, “Todas las funciones del hombre verdadero están gobernadas por la Mente divina” (Ciencia y Salud, pág. 151).

Me di cuenta de que tenía que vigilar mis pensamientos, apartándolos de sugestiones de que la materia tiene poder. El capítulo llamado “No hay materia” en el libro La unidad del bien, de la Sra. Eddy (págs. 31–36), fue una gran fuente de inspiración. Oré especialmente con esta declaración: “Si Dios es Espíritu, y Dios es Todo, es indudable que no puede haber materia; porque el Todo divino tiene que ser Espíritu” (pág. 31). El hecho científico de que solo los sentidos materiales dan testimonio de la materia, y que esos sentidos son engañosos e irreales porque la materia en realidad no tiene ningún sentido, se hizo más claro.

Sentí que había experimentado una transformación, gracias a este trabajo metafísico de oración. Mi pensamiento se espiritualizó más, y me sentí más cerca de Dios cuando me volví más consciente de Su poder. Hasta tuve otras curaciones durante ese tiempo, como la curación de una quemadura, donde no quedó una sola marca.

Dos años más tarde, el dolor en el oído regresó, más agudo que antes. Después de tratar de orar por mi cuenta por unos días, volví a llamar a una practicista de la Ciencia Cristiana para pedirle que me apoyara con su oración para superar esta dolencia. Esto fue un lunes por la mañana, y el martes por la noche, el dolor de pronto desapareció por completo. Fue un gran alivio. Me envolvió una sensación indescriptible de tranquilidad; me sentí muy cerca de Dios. Volví a llamar a la practicista para expresarle mi profunda gratitud. Parecía que había tenido un mal sueño. De hecho, como aprendemos en la Ciencia Cristiana, toda mala salud o falta de armonía de cualquier clase no es otra cosa más que otra fase del sueño de que hay vida en la materia. Es una mentira.

A la mañana siguiente me di cuenta de que nuevamente podía oír perfectamente por ese oído. Aunque el dolor trató de volver durante las siguientes dos semanas, pude ejercer mi dominio sobre él por medio de la oración. Con el tiempo, el dolor desapareció por completo y jamás regresó; y desde entonces he podido escuchar perfectamente por los dos oídos. Esta curación tuvo lugar hace más de un año.

¿Qué ocurrió? Hace poco encontré una declaración de la Sra. Eddy en su libro No y Sí que me ha ayudado a comprender esta curación: “Dios se compadece de nuestros dolores con el amor de un Padre con Su hijo, —no volviéndose humano y conociendo el pecado, o sea la nada, sino borrando nuestra noción de lo que no existe” (pág. 30). La última parte de esta declaración en particular me impactó. Dios hace desaparecer lo que creemos que conocemos-“nuestro conocimiento de lo que no es”, de lo que en realidad no existe.

La armonía es la norma y es constante. La Mente divina nunca deja de proporcionar todo el bien a sus hijos, porque el “oído divino” jamás puede ser obstruido.

Sylvie Updegraff, Dorchester, Massachusetts

Original en Francés

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