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Regalos del corazón

Del número de diciembre de 2016 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En esta época de Navidad, muchos cristianos alrededor del mundo se regocijan pacíficamente en el advenimiento del Cristo y su promesa para el mundo. Otros se encuentran en lugares azotados por la guerra, manteniendo la fe lo mejor que pueden. Sin embargo, todos ellos están unidos por el don del amor de Dios: el Cristo, la Verdad, que el nacimiento de Jesús representa para la humanidad.

En esta época especial del año, en la que es tan habitual hacer regalos, preguntamos a los integrantes de la Junta Directiva de la Ciencia Cristiana qué regalo les gustaría más hacerle al mundo. La pregunta estuvo inspirada en el tema de la Asamblea Anual de este año: “La Iglesia: ‘Sanando y salvando al mundo’”.

Veamos en primer lugar el mensaje de Margaret Rogers:

El regalo que más me gustaría hacer es ayudar a los demás a sentir la creciente unidad que está llegando al mundo. Creo que fue ese mismo sentido de unidad el que hace 2000 años impulsó a los magos a seguir una luz brillante que los guió a Belén. Su convicción de que un nuevo orden de bien y de paz estaba amaneciendo les dio valor para ir más allá de las posibilidades aceptadas y unirse en un propósito común. La crueldad y la división del mundo no pudieron detener su compromiso de descubrir más de esta luz y compartirla con otros. 

Mi regalo incluye dos elementos continuos e inseparables: oración interior y acción exterior. La oración para percibir más constantemente que todos los habitantes de la tierra son ideas de un Padre-Madre Espíritu que no conoce el pecado, es como un motor que impulsa la acción. Produce un mayor reconocimiento de los talentos únicos de los demás y un amor práctico y desinteresado. Nos da además confianza en el gobierno de Dios, que trae curación y paz a situaciones conflictivas, y perdón y sabia corrección cuando la gente actúa erróneamente debido a su ignorancia de su verdadera naturaleza. Este regalo sigue revelándose, porque despierta a otros al bien omnipresente e ilimitado que está por siempre a su alcance.

A. W. Phinney:

Hay muchos regalos que me gustaría dar al mundo, no sólo en Navidad sino todos los días. ¿Quién no quisiera dar más amor, ayudar a aumentar la extraordinaria curación que llega a través de la práctica de la Ciencia Cristiana a los individuos y comunidades, y contribuir con el gran fortalecimiento y renovación de esta Causa, que está ocurriendo ahora mismo?

Las palabras del Apóstol Santiago tienen algo que decirnos respecto al origen del bien que está a nuestro alcance, y por qué es posible lograrlo. Escribe: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1:17).

La Ciencia Cristiana enseña la profunda y amplia lección de que Dios no solamente es la fuente de todo el bien que vemos y hacemos, sino también que Él es Vida, esta “Vida en el Espíritu y del Espíritu; siendo... la única realidad de la existencia”, como lo expresa la Sra. Eddy (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 24).

Pero he aquí lo realmente importante. Aprendemos que podemos ser guiados a esta realidad, este nuevo universo, cual niños pequeños.

Habiendo “abierto” por lo menos parte de este regalo de Dios en mi vida, considero que es el obsequio que me gustaría compartir con el mundo entero.

Scott Preller:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Este no hubiera sido un gran regalo si solo hubiera comenzado con el nacimiento de Jesús en Belén y hubiera terminado con la crucifixión en el Calvario. Y no hubiera producido mucho gozo, si al darlo, se hubiera de alguna forma privado a Dios del bien. Dios dio a Su Hijo, pero no regaló a Su Hijo. Y la razón por la que Dios dio a Su hijo es que “Dios de tal manera amó al mundo”, no debido a que el mundo estaba en tan mal estado que necesitaba un desesperado acto de sacrificio de parte de Dios.

La importancia del don de Dios es evidente en todo el ministerio de Jesús, y está tan presente hoy como lo estaba cuando la gente estaba con él en Galilea. Es la realidad de Emanuel, o Dios con nosotros. Es el hecho de que el reino de Dios está presente y dentro de nosotros. Es la realidad de que Cristo habla a nuestra consciencia ahora, haciendo evidente nuestra propia verdadera estatura como hijos de Dios. Si pudiera dar a la humanidad un solo regalo, sería el regalo que yo mismo estoy desenvolviendo: más momentos de apartarme del pecado y el dolor para encontrar lo que el ejemplo de Cristo Jesús deja en claro: que el hombre es ahora mismo el amado, espiritualmente gobernado hijo de Dios. “¡Gracias a Dios por su don inefable!” (2º Corintios 9:15)

Lyle Young:

Como regalo de Navidad me gustaría ver más claramente las cualidades del Cristo en todas las personas del mundo.

En la Ciencia Cristiana la Navidad representa la verdad que Jesús probó: que Cristo, la Verdad, está siempre presente y por siempre gobernando a cada individuo en su verdadero y único ser como la imagen y semejanza de Dios. Cada individuo brilla hoy y siempre como perfecto, santo, sano y libre. Estas innatas cualidades del Cristo que todos tenemos jamás han sido corrompidas ni disminuidas. Verdaderamente el Amor divino mantiene a cada uno de nosotros como a la niña de Su ojo (veáse Deuteronomio 32:10), sagrado e inviolable. Mantener este hecho en el pensamiento se expresa naturalmente en altruismo, salud y alegría.

En una Navidad, hace 8 años, di una conferencia de la Ciencia Cristiana en una gran universidad musulmana de un país musulmán. Después de la conferencia el administrador principal de la universidad me agradeció. Me dijo que a pesar de que era musulmán sentía mucha gratitud por Jesús —especialmente en relación a la Pascua— por el espíritu de sacrificio y generosidad del Maestro.

Esta Navidad oro para que todos “sacrifiquemos” en mayor medida un sentido de limitación y hasta un sentido de sufrimiento de nosotros mismos y percibamos las cualidades del Cristo, que son el regalo gratuito que Dios nos hace a todos a cada momento de nuestra existencia.

Y finalmente Robin Hoagland:

El regalo que me gustaría poner a los pies de la humanidad esta Navidad es la humildad. La humildad permitió a los magos de antaño poner todo lo que habían aprendido —todo su conocimiento de los medios y métodos del mundo, sus sistemas de poder y prestigio, sus arrogantes promesas de comodidad en la materia- a los pies de Cristo. En ese establo de Belén, buscaron y encontraron algo que sus mejores regalos tan sólo podían comenzar a honrar: un nuevo entendimiento de Dios y el hombre.

La naturaleza espiritual de la realidad habla a través de todos los tiempos y a todo corazón. Es imparcial, inclusiva y universal. El continuo advenimiento del Cristo a la consciencia humana no divide al mundo. Lo une.

Pero este mensaje de Dios y la actividad de Dios pueden fácilmente pasarse por alto. Herodes y sus consejeros no pudieron encontrar al niño Jesús.

Entonces, al igual que hoy, es la humildad la que borra la justificación propia, la voluntad humana, la duda, el egocentrismo— que desorientan, y nos permite descubrir en nosotros mismos y en todos los demás la verdadera identidad, que es espiritual, completa, pura y satisfecha.

Puede ser un viaje. Y puede también ser una lucha. Pero la humildad nos lleva al Cristo y abre —para todos nosotros— la puerta de la Ciencia de la curación-Cristo, que bendice al mundo.

Que estos regalos lleguen a los corazones y los hogares en todas partes. Y que las bendiciones especiales de la Navidad enriquezcan nuestras vidas y así nos ayuden a traer a “la tierra paz, buena voluntad para con los hombres” (Lucas 2:14).

Deborah Huebsch

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