“Poner fin a las falsedades”, “desafiar la indiferencia universal”, dar testimonio de “la manera del Cristo de entender la Vida” y “proclamar la Verdad tan persuasivamente que se reconozca que un sincero y ferviente afecto por la raza es lo adecuado para la emancipación de la misma”. Estas son solamente algunas de las directrices de Mary Baker Eddy para El Cuerpo de Conferenciantes en sus cartas publicadas en La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea. (Véase la carta completa en las páginas 248 y 249).
En los últimos meses, hemos recibido algunos relatos maravillosos de curaciones durante las conferencias. Curaciones de una lesión en la espalda, de visión doble, de verrugas, de parálisis en una pierna, de un bulto en el pecho y de ceguera, entre otras. Una persona escribió que, por primera vez en casi 20 años, ella sintió la presencia de Dios. Otra dijo que ella se había estado esforzando durante mucho tiempo por sentir el amor de Dios, y ahora lo siente. También hemos sabido de curaciones de problemas financieros y de desempleo inmediatamente después de una conferencia.
Personas solas y familias han comenzado a venir a la iglesia por primera vez, y otros han regresado después de muchos años de no haber asistido. Miembros de otros grupos religiosos, incluso clérigos, han dicho haber corregido conceptos erróneos acerca de la Ciencia Cristiana. Poco después de escuchar una conferencia patrocinada por una Organización de la Ciencia Cristiana en una Universidad (CSO), una capellán asistente de otra denominación contó que ella había ayudado a corregir conceptos erróneos acerca de la Ciencia Cristiana en una conferencia interconfesional, cuando otros participantes estaban haciendo declaraciones que no eran ciertas acerca de la misma. Profesionales de la medicina que han asistido a una conferencia han informado que se han beneficiado por medio de la lectura del libro Ciencia y Salud. Incluso personas que estaban escuchando alrededor de una conferencia, como guardias de prisión, han preguntado por el libro. Un técnico de sonido le contó a un conferenciante que ya había leído 30 páginas del libro mientras esperaba después de la conferencia a que la gente saliera.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!