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Original Web

¡Permite que el Manual de la Iglesia te lleve de la mano!

Del número de febrero de 2016 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en alemán

Apareció primero el 30 de julio de 2015 como original para la Web.


Cuando era estudiante en una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, mis maestros me dieron a conocer muchas de las grandes historias de la Biblia. Las lecciones que adquiría de ellas se podían aplicar a mi propia vida. Aprendí que es muy importante leer la Biblia desde una perspectiva espiritual, y me resultaba muy útil leer Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy junto con la Biblia. A veces también leía de los otros escritos de la Sra. Eddy.

Sin embargo, el Manual de la Iglesia, que es el más pequeño de sus libros y el más conciso, casi nunca lo tocaba. Si lo abría de casualidad, veía que tenía todo tipo de Estatutos y reglas, que parecían ser sucintos, e incluso muy estrictos. ¡No me atraían mucho! Yo ya tenía más que suficientes tareas y reglas que seguir, tanto en la escuela como en casa. Es más, algunos Estatutos parecían “anticuados”, que no se relacionaban con esta época. Así que volvía a poner el librito de nuevo en el estante.

Pasaron varios años hasta que finalmente permití que el Manual “me llevara de la mano”, por así decirlo. Después de graduarme de la Escuela Dominical, me hice miembro de una iglesia filial de Cristo, Científico, porque quería apoyar las actividades de la iglesia, por ejemplo, organizando conferencias de la Ciencia Cristiana, enseñando en la Escuela Dominical y sirviendo como Lectora en los servicios religiosos. El Manual de la Iglesia proporciona muchas guías útiles para todas estas actividades.

Pero aparte de recurrir al Manual en busca de respuestas y guía para las actividades de la iglesia filial, descubrí algo más en el mismo, que me impulsó a explorarlo cada vez más, una y otra vez. Con el tiempo, me di cuenta de que la razón por la cual me atraía el Manual era porque Mary Baker Eddy consideraba que los Estatutos del Manual eran necesarios para “mantener la dignidad y defensa de nuestra Causa” (Escritos Misceláneos 1883—1896, pág. 148). Para defender una causa con dignidad se requiere sabiduría, pureza, orden y cooperación, cualidades que están incluidas en muchos de los Estatutos, y que son indispensables para asegurar la demostración de “la Ciencia Cristiana genuina” (Ibíd, pág. 148).

Para defender una causa con dignidad se requiere sabiduría, pureza, orden y cooperación, cualidades que están incluidas en muchos de los Estatutos.

En 1895 Mary Baker Eddy trabajó con un comité de miembros de Iglesia para combinar los Estatutos y reglas que habían existido desde la fundación de su iglesia en 1879, con aquellos que habían sido agregados a lo largo de los años; se referían a las actividades de la iglesia, así como a la conducta ética de los miembros. En los 16 años que transcurrieron desde 1879 a 1895, Mary Baker Eddy había establecido un movimiento sanador que no solo había visto mucho desenvolvimiento y progreso, sino que también había soportado muchas tormentas. Gracias a su vigilancia y a sus constantes oraciones por la Iglesia, ella autorizó la adición de otros Estatutos necesarios al Manual de la Iglesia, a medida que la necesidad de ellos se volvió evidente (véase Yvonne Caché von Fettweis y Robert Townsend Warneck, Christian Healer, pps. 93, 160). La Sra. Eddy estaba totalmente consciente de que los Estatutos eran eternos, cuando escribió: “Si yo no estoy personalmente con ustedes, la Palabra de Dios y mis instrucciones en los Estatutos los ha guiado hasta aquí, y los seguirá guiando con seguridad, y las enseñanzas de San Pablo son tan útiles hoy como eran cuando fueron escritas por primera vez” (Eddy to Christian Science Board of Directors, February 27, 1903, L00325, © The Mary Baker Eddy Collection).

A veces la Sra. Eddy menciona las palabras Amor y Principio juntas; ambas son sinónimos de Dios. En nuestra vida diaria vemos al Amor expresado a través de la paciencia, el perdón, el respeto; vemos al Principio expresado mediante la ley, la seguridad y la estructura. Los dos sinónimos se complementan uno a otro muy bien; de hecho, van mano a mano. El Principio brinda firmeza al Amor; el Principio sin el Amor, por otro lado, sería severo e inflexible. Y en ese mismo sentido, mientras que los Estatutos del Manual pueden exigir obediencia y disciplina, con sabiduría y amor ofrecen una guía para cada miembro, lo cual a su vez los capacita para demostrar mejor la curación cristiana.

¡Ya no cuestiono la pertinencia de ninguno de los Estatutos del Manual! Aprecio el Manual de la Iglesia literalmente como un “Manual” para vivir y sanar como un cristiano. Además de seguir la “letra” de un Estatuto en particular, también me fijo en el espíritu del mismo, y al hacerlo, nunca dejo de encontrar una guía clara, respuestas sanadoras e inspiración para mis actividades, mis oraciones por el mundo, así como por la iglesia.

El Manual de la Iglesia, si se comprende como una guía para el servicio cristiano, nos ayuda a abordar y completar nuestras tareas en la iglesia y en nuestra vida diaria con dignidad, sabiduría, alegría y eficacia. No veo el momento de descubrir nuevos aspectos del Manual de la Iglesia, y estoy lista para permitirle que me lleve de la mano.

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