Mary Baker Eddy escribe en su obra principal, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Pocas personas comprenden lo que la Ciencia Cristiana quiere decir con la palabra reflejo…. Al hombre mortal le parece que él mismo es sustancia material, mientras que el hombre es ‘imagen’ (idea)” (pág. 301). Esta verdad —de que el hombre es “imagen (idea)”— es la llave que nos abre la puerta del entendimiento para comprender el versículo 27 del primer capítulo del Génesis: “Creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”.
Hace muchos años este conocimiento me ayudó a tener una maravillosa curación. Yo era bastante nueva en la Ciencia Cristiana, y acababa de empezar a asistir a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, donde estaba aprendiendo que yo era la hija amada de Dios. El concepto de que el hombre es la idea de Dios y expresa cualidades espirituales, significaba mucho para mí.
Un hermoso día de invierno, hicimos con mi clase del colegio un viaje a un pueblo cercano en las montañas. Algunos estudiantes llevaron sus esquíes y otros sus trineos. La maestra había probado las laderas con sus esquíes, pero se había olvidado de ver las condiciones de la colina para los trineos. Después de llegar arriba de todo, aquellos de nosotros que habíamos llevado trineos comenzamos a deslizarnos colina abajo. De pronto, vimos que la colina terminaba en una ruta asfaltada.
Era demasiado tarde como para saltar de los trineos, así que todos chocamos con mucha fuerza contra el asfalto. Yo estuve brevemente inconsciente, y cuando recuperé el conocimiento, solo quería regresar a casa. El incidente había provocado un gran caos, así que me las ingenié para irme sin que me vieran, caminé hasta la estación de tren más cercana, y tomé el tren para irme a casa.
La gente que veía mi apariencia externa me instaba a que fuera a ver a un médico, pero yo quería recurrir a Dios. Cuando llegué a casa, mi madre abrió la puerta, y al principio mi aspecto la impresionó mucho. Le pedí que llamara a mi maestra de la Escuela Dominical, quien también era practicista de la Ciencia Cristiana, y le pidiera si podía orar por mí.
Simplemente sabía que Dios estaba presente, que Él me amaba, y que sanaría.
Me sentí alentada al saber que la practicista oraría por mí. Luego me fui a la cama. No tenía dolor. La seguridad de que Dios estaba presente, que Él solo veía mi perfección, y que me amaba, era lo único que yo necesitaba, además de un poco de descanso. Hasta el día de hoy, sigo agradecida a la afectuosa practicista por el apoyo que me brindó, así como a mis padres por respaldar mi decisión de recurrir a la Ciencia Cristiana. (Mi papá no era Científico Cristiano, y mi mamá hacía poco que se había enterado acerca de la Ciencia Cristiana debido a una curación.)
Ahora bien, es aquí donde entra el concepto de reflejo. Como yo sabía que era la hija espiritual de Dios, que solo expresaba cualidades divinas, tal como, perfección, pureza, vida, alegría, armonía y salud eternas, nunca me miré al espejo, para evitar sentirme impresionada por el espantoso cuadro material. (Sólo podía beber líquidos usando un sorbete, y casi no podía ver porque mis ojos estaban muy inflamados.) En cambio, me concentré exclusivamente en esas cualidades espirituales que permanecen por siempre intactas, así como en la magnitud y universalidad del amor de Dios. Jamás dudé de la bondad y el poder de Dios. Simplemente sabía que Dios estaba presente, que Él me amaba, y que sanaría. Todo tenía mucho sentido para mí. Pensé en la siguiente declaración de la Biblia: “En él vivimos, y nos movemos, y somos;… Porque linaje suyo somos” (Hechos 17:28). Dios es Amor, por tanto, yo expreso amor; Dios es perfección, por tanto, yo expreso perfección; Dios es Espíritu, por tanto, yo soy espiritual.
No recuerdo cuánto tiempo tuve que quedarme en casa, tal vez una semana, o un poco más. Pero para cuando regresé al colegio, estaba completamente sana. Mi piel era tersa y clara, sin ninguna costra u otros rastros de lesiones, y mis ojos ya no estaban inflamados. También podía comer normalmente otra vez, nunca usé calmantes ni ninguna otra medicación.
La bendita comprensión de que siempre podemos contar con el amor de Dios porque somos Su linaje espiritual, nunca me abandonó durante toda esa experiencia, y aunque he tenido muchas otras curaciones desde entonces, aún recuerdo esta preciosa demostración. Yo no tenía gran conocimiento de la Ciencia Cristiana, todavía no había leído Ciencia y Salud de tapa a tapa, y tenía tan solo un conocimiento muy elemental de las Escrituras. Pero lo que sí tenía, era una enorme confianza en Dios, y un profundo amor y gratitud, especialmente por Mary Baker Eddy, quien nos dio la interpretación espiritual de las Escrituras para que todos podamos comprenderlas; y esto fue lo que me permitió tener esta curación.
Ciencia y Salud afirma: “El engaño, el pecado, la enfermedad y la muerte surgen del falso testimonio del sentido material, el cual, desde un punto de vista supuesto fuera de la distancia focal del Espíritu infinito, presenta una imagen invertida de la Mente y la sustancia con todo puesto al revés” (pág. 301). Nuestro trabajo consiste en enderezar el cuadro y verlo correctamente. Cuando miramos en el espejo, vemos al hombre material. Pero al vernos a nosotros mismos correctamente, contemplamos al hijo o hija, íntegro, afectuoso y armonioso de Dios, la imagen espiritual de Dios; ¡el reflejo de Dios!
Jacqueline Küng, Cham
