Es importante reflexionar acerca de la misión que tuvo Cristo Jesús de despertar nuestra consciencia y mostrarnos el camino de salvación. Por eso nos enseñó que somos espirituales y reflejamos la inteligencia y perfección de Dios.
A través de sus obras, Cristo Jesús nos mostró que somos verdaderamente hijos de Dios, hechos a Su imagen y semejanza, y que jamás perdemos nuestra identidad espiritual.
Por más que la mente mortal quiera convencernos con insistencia de que somos mortales, debemos resolver nuestra salvación de la manera que Cristo Jesús nos enseñó, siendo persistentes en reconocer nuestro origen espiritual, y en desechar los temores y conceptos falsos de la vida que tratan de hacernos creer que hay un poder aparte de Dios.
Avanzamos espiritualmente a medida que vencemos toda sugestión mental de que estamos separados de Dios, y reconocemos con convicción que la Mente divina es omnipotencia, omnipresencia, omnisciencia, y que solo la Mente nos gobierna. Este entendimiento espiritual nos ayuda a destruir el temor, que es la causa de todas las enfermedades. Mary Baker Eddy escribe en su libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “La comprensión, aun en cierto grado, del Todopoder divino destruye el temor, y planta los pies en la senda verdadera, la senda que conduce hacia la casa no hecha de manos, ‘eterna, en los cielos’” (pág. 454).
Si bien, nuestra identidad espiritual está a salvo en Dios, necesitamos entender esto. Así que es importante tener el sincero deseo de comprender cada vez más el Principio divino que nos gobierna, y afirmar nuestra inocencia y pureza espirituales, y poner esto en práctica dejando de lado el egoísmo y el pecado. Entonces la enfermedad y el pecado comienzan a desaparecer de nuestras vidas.
En este número de El Heraldo, las curaciones de chikungunya, la torcedura de un pie y los efectos de un accidente, muestran la importancia de mantener firme en el pensamiento que estamos constantemente bajo el cuidado de Dios, expresando cualidades divinas, tales como perfección, armonía, alegría y buena salud.
La Ciencia Cristiana explica claramente las enseñanzas de Cristo Jesús, y nos demuestra que podemos emular sus obras y seguir su ejemplo. A medida que recurrimos con confianza a ella, la Ciencia divina se transforma para nosotros en un brillante lucero que ilumina el camino que debemos seguir para sanar, para obtener paz y tener más armonía en nuestra vida.
Patricia del Castillo
