Por más de veinte años he sido profesora de francés y portugués en un programa de educación profesional respaldado con fondos de la Comunidad Europea. Durante años, las leyes del Ministerio de Educación de Portugal determinaron que los estudiantes de cursos de enseñanza profesional tendrían pagos todos los gastos incondicionalmente, lo cual contribuía a que hubiera serios problemas de indisciplina en las escuelas. Además, la directora de mi escuela era muy injusta en la forma como trataba a los profesores y, en general, siempre defendía a los estudiantes, aun cuando no hubieran actuado correctamente. Como al resto de los profesores, a mí me resultaba muy difícil enseñar en esas condiciones.
Yo oraba con frecuencia, confiando con firmeza en que Dios, el Principio divino, es la única causa y lo gobierna todo con justicia y correctamente. Como escribe Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “… Aquel que es inmutablemente justo hará lo justo sin que se Le recuerde lo que es de Su incumbencia. La sabiduría del hombre no es suficiente para justificar que él aconseje a Dios” (pág. 2-3). El gobierno divino tenía que expresarse en una modificación justa de todo el sistema escolar.
De hecho, hubo dos ajustes en la situación por los cuales estoy muy agradecida, ya que los veo como efectos de la oración. El primero fue que hace dos años reemplazaron la anterior comisión directiva de la escuela por un grupo de personas que dirige la institución en un ambiente donde todos se sienten respetados. El segundo fue que se aprobaron nuevas leyes, y ahora los estudiantes reciben ayuda financiera con la condición de que aprueben las clases. Esta nueva ley ha ayudado a mejorar el comportamiento de los estudiantes, y los ha hecho interesarse más en lo que se enseña en el aula. ¡Y esto constituye un enorme progreso!
Cuando somos motivados por el amor genuino hacia nuestro prójimo, todos somos bendecidos.
Con la oración que reconoce que puesto que el hombre es la expresión perfecta de la Mente divina, debemos expresar perfección divina en todo lo que hacemos, también me di cuenta de que debía mejorar algunos aspectos de mi enseñanza. Aprendí nuevas tecnologías y empecé a usar más la computadora y el Internet en el aula. Al tener una forma más interactiva y actualizada de enseñar, los estudiantes comenzaron a sentirse más interesados y motivados.
Además de enseñar portugués y francés, también llegué a ser la coordinadora de un proyecto piloto en Portugal, respaldado con fondos de la Comisión Europea. Este proyecto está auspiciado por Amnistía Internacional, y se llama “Escuelas amigas de los derechos humanos”. La meta principal de este proyecto es transformar las instituciones educacionales en espacios que ofrecen educación sobre los derechos de las personas. Este proyecto también tiene el propósito de combatir el acoso en las escuelas, alertar a la comunidad escolar acerca de la necesidad de hacer valer los derechos humanos, y formar ciudadanos activos y conscientes que, mediante sus acciones, contribuyan a terminar con el racismo, la indiferencia, el egoísmo, las guerras y la pobreza en el mundo.
Este proyecto ha provocado gran interés de parte de la comunidad escolar en general, y ahora me siento respetada en mi trabajo. También me siento muy bendecida, a pesar de todos los desafíos, como son las largas horas de dedicada labor para coordinar este proyecto y preparar clases que motiven a los estudiantes.
A través de la oración puedo contribuir de forma tangible a la defensa de los derechos humanos y al progreso de la humanidad. Oro, por ejemplo, para reconocer que nadie, ni aun un refugiado, está separado de la idea de hogar. El verdadero hogar de todos nosotros es el Amor divino, donde siempre somos aceptados, amados y estamos a salvo. En mis oraciones, declaro que Dios tiene el control y que, debido a que Él es omnipotente y supremo, la armonía y la provisión están universalmente establecidas.
Esta oración es una ayuda eficaz, y produce acciones prácticas de parte de todos, incluso de los estudiantes. Amnistía Internacional tiene un evento anual, “Escribe por los derechos” —su campaña global para escribir cartas— que consiste en recolectar firmas para vindicar casos de violaciones de derechos humanos a nivel mundial. Varias escuelas y otras instituciones participan en este evento. Por dos años consecutivos mi escuela ha sido la que ha presentado el mayor número de firmas, y esto para mí, revela el compromiso de nuestros estudiantes, lo cual es una señal de progreso. En otra ocasión, me sentí inspirada a recolectar, empaquetar y, con la colaboración de una institución portuguesa, enviar ropa a un campo de refugiados en Croacia. Todo se desarrolló con mucha armonía.
La Sra. Eddy dice en Ciencia y Salud: “Los ricos en espíritu ayudan a los pobres en una gran hermandad, teniendo todos el mismo Principio, o Padre; y bendito es ese hombre que ve la necesidad de su hermano y la satisface, buscando su propio bien en el ajeno” (pág. 518). Cuando somos motivados por el amor genuino hacia nuestro prójimo —como fui yo al aceptar coordinar el proyecto de Amnistía Internacional— todos somos bendecidos. Este proyecto me ha traído un sentimiento de respeto por mi prójimo y de amor fraternal, y nos ha puesto a mi escuela y a mí, en una posición de respeto en el ámbito académico. También ayuda a los estudiantes a ser ciudadanos más conscientes y contribuir a que haya un mundo mejor. Estoy muy agradecida por ver estas pruebas del efecto práctico y sanador de la oración en la Ciencia Cristiana.
Claudia Proença, São João da Madeira
Original en portugués