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Sana de un quiste

Del número de junio de 2016 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en francés


Llegar a ser Científica Cristiana es lo mejor que me ha ocurrido. Ya hace ocho años que estudio la Ciencia Cristiana, y me ha ayudado a comprender y conocer mejor a Dios. Esta Ciencia me ha cambiado la vida, y ¡veo mejoras todos los días!

No hace mucho, experimenté una vez más la eficacia de la Ciencia Cristiana. Durante muchos años, tuve un bulto anormal en la parte de atrás del cuello. Era, supuestamente, resultado de un sarpullido que tuve en la piel, y de una infección que me había dejado un quiste. Había ido aumentando de tamaño con el tiempo. Durante todos esos años, no había recurrido a la medicina, a pesar de que mi familia y amigos me instaban a hacerlo, pues, aunque no lo decían abiertamente, tenían temor de que ese quiste fuera una señal de algo más serio.

Quiero señalar que este quiste apareció mucho antes de que comenzara a estudiar la Ciencia Cristiana, y debo decir que yo no consideraba que fuera de ninguna manera un problema. Después de conocer la Ciencia Cristiana, empecé a orar por esto de vez en cuando, pero sin insistir mucho. Entonces, el año pasado, este quiste pareció ser la fuente de un dolor que se extendía a mis hombros. Esto hizo que tomara consciencia de esta dificultad y de la necesidad de orar más seriamente por este problema para resolverlo científicamente, es decir, desde la perspectiva de la Ciencia Cristiana.

Yo misma soy una idea de Dios, y no era posible que el llamado quiste pudiera ser parte de mí.

Así que empecé a orar con insistencia por esta mentira. La Biblia dice: “Creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27). Por lo tanto, yo había sido creada perfecta y armoniosa. Recordé lo que declara Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “El hombre es idea, la imagen, del Amor; no es el físico” (pág. 475). Esta idea espiritual está libre de todo mal. Yo misma soy una idea de Dios, y no era posible que el llamado quiste pudiera ser parte de mí.

Ciencia y Salud también nos muestra que todo ser es espiritual, incluida yo, libre de toda discordancia, de todo mal, de todo lo que no es armonioso. Una discordancia solo puede ser una mentira, una ilusión, por más tiempo que pareciera haber estado en mi cuerpo. Esta declaración de Ciencia y Salud me vino al pensamiento: “Vuelve tu mirada del cuerpo hacia la Verdad y el Amor, el Principio de toda felicidad, armonía e inmortalidad” (pág. 261).

De modo que después de dos o tres días, teniendo mi pensamiento totalmente centrado en estas verdades, estaba convencida de que no había ningún problema y recuperé mi tranquilidad. Al día siguiente, el llamado quiste había aumentado casi al doble su tamaño y era extremadamente doloroso, pero continué orando y afirmando con confianza que, por ser una idea espiritual, yo era perfecta y armoniosa. No tenía que tener miedo.

No le dije una palabra a nadie a pesar del dolor, y continué con mis actividades diarias. Cuando desperté una mañana dos o tres días más tarde, me di cuenta de que ya no tenía dolor, y el quiste había drenado. Jamás volvió a manifestarse. Esta curación ocurrió después de muchas otras que tuve desde que empecé a estudiar la Ciencia Cristiana. Algunas fueron instantáneas, otras tomaron más tiempo.

Le doy gracias a Dios por guiarme a esta Ciencia y por inspirar a Mary Baker Eddy, quien compartió con todos nosotros su descubrimiento que sana y opera a diario en mi vida.

Marie-Noëlle Akam, París

Original en francés

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