En las noticias se escucha hablar con frecuencia de los accidentes que ocurren. Recientemente, dos trenes de pasajeros chocaron en el sur de Alemania porque estaban en la misma vía, y los ingenieros de los trenes no sabían que venía el otro tren. Era evidente que la gente a mi alrededor y los medios estaban muy conmovidos por esto. Se hacían las mismas preguntas una y otra vez: “¿Por qué tienen que ocurrir cosas terribles como esta?” y “¿Me tocará a mí la próxima vez?”
Estas preguntas implican la creencia en un destino que puede golpearnos en cualquier lugar y momento. Cuando noto que estos pensamientos sombríos se multiplican a mi alrededor, sé que tengo que oponerme a ellos orando a Dios. Si no me opusiera, los estaría consintiendo.
Yo encuentro mi fortaleza en la Biblia. En ella, situaciones aparentemente dramáticas fueron resueltas porque la gente solo se apoyó en el amor eficaz de Dios, es decir que ellos sabían que la apariencia externa no determinaba la realidad de la situación. Veían que esas apariencias se disolvían cuando recurrían al bien divino ilimitado, y reconocían que su existencia espiritual estaba comprendida dentro de él. Ellos confirmaban esta forma correcta de ver las cosas, al manifestarse la curación.
En lugar de sentirnos paralizados por las malas noticias, pongamos nuestra confianza completamente en Dios: la fuente de todas las buenas ideas.
En una ocasión, le sugirieron a Cristo Jesús que enviara a una gran multitud de regreso a sus casas porque no tenían nada que comer. Él sabía que el hambre de recibir el bien que esa gente en la montaña tenía, acababa de ser satisfecha con lo que él les había enseñado acerca de Dios, las verdades con las que los había sanado a ellos y a tantos otros antes. Él no aceptó la dramática apariencia de que había escasez o la noción de que ellos dejarían a un lado su importante mensaje, al ser distraídos por el hambre. Así que Jesús bendijo lo que había y lo compartió con ellos, ¡en divina abundancia! (véase Marcos 6:30–44).
Este ejemplo puede servirnos de guía para que en lugar de sentirnos paralizados por las malas noticias, pongamos nuestra confianza completamente en Dios: la fuente de todas las buenas ideas. A través de su estudio de la Biblia y curaciones de todo tipo, Mary Baker Eddy, la fundadora de esta revista, descubrió la relación científica de Dios con el hombre, una relación que está sólidamente arraigada en la ley del Amor. Esta relación es permanente porque es espiritual. A medida que comprendemos esta relación, toda inquietud interior se calma por completo, porque la comprensión espiritual dirige nuestra atención hacia nuestra existencia en Dios. En esta existencia estamos completamente a salvo.
Cuando recibo noticias inquietantes, elevo una vela mental. Puede ser pequeña, pero es una oración con la cual me vuelvo a Dios reconociendo Su grandeza, Su omnipotencia. La elevo sin demora, de modo que la aparente niebla mental, compuesta de opiniones temerosas, pesar y desesperación, nunca pueda formarse en mi pensamiento. Me vuelvo a Dios de inmediato, no para pedirle un montón de explicaciones, sino porque con la oración siempre tengo la confianza de que nuestro Padre-Madre Dios es quien garantiza el amor y la paz en mi vida, y por lo tanto, en la vida de todos. Esta confianza me nutre de pensamientos satisfactorios que me brindan una perspectiva más elevada de la situación.
Por medio de la oración llegamos a los corazones de todos aquellos que necesitan consuelo. Personas en todo el mundo están orando, ya sea por situaciones que están enfrentando, o por otros asuntos que han atraído su atención. Con la oración comenzamos desde un fundamento espiritual más elevado a discernir correctamente lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Somos testigos del hecho de que Dios actúa para bendecir a todos universalmente. Nuestra confianza se apoya en el reconocimiento de que la relación que todos tenemos con Dios está intacta en todo momento.
A medida que avanzamos en el día, podemos reconocer el gobierno de Dios todo el tiempo. No permitas que tus pensamientos y sentimientos sean gobernados por nociones erróneas acerca del destino. En vez de eso, mantengamos en alto esta luz brillante de la oración, hasta que nos sintamos completamente en paz, y tengamos la confianza de que toda la humanidad puede sentir esta paz divina.
Original en alemán