En agosto de 2011 empecé a asistir a una universidad aquí, en los Estados Unidos, y comencé a jugar en su equipo de fútbol. Hacía seis años que no jugaba o hacía ejercicio, así que después de cuatro días de entrenamiento empecé a sentir un dolor agudo en la parte de arriba de mis pies.
Teníamos dos sesiones de entrenamiento al día, una en la mañana y otra en la tarde. Un día, después de entrenar en la mañana, el dolor era tan agudo que casi no podía caminar. Me sentí un poco desanimado, y pensé seriamente en no jugar más al fútbol para la escuela, y concentrarme en cambio solo en los estudios.
Decidí no utilizar hielo o ningún otro material para aliviar el dolor. En vez de eso, llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana que era muy amoroso. Ese mismo día me visitó en mi apartamento y hablamos durante casi una hora. Intercambiamos muchas ideas inspiradoras y leímos algunos pasajes de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy.
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