En vista de todos los desafíos que a diario se presentan alrededor del mundo, es posible que nos sintamos impotentes y desamparados.
Mary Baker Eddy habla al respecto cuando escribe: “Dejándonos llevar por la corriente popular del pensamiento mortal sin poner en duda la autenticidad de sus conclusiones, hacemos lo que otros hacen, creemos lo que otros creen, y decimos lo que otros dicen. El consentimiento común es contagioso, y hace contagiosa la enfermedad” (Escritos Misceláneos, pág. 228). Y podríamos agregar que incluso hace contagioso el temor al terrorismo, a la escasez, a no tener empleo; hace contagioso el temor a la soledad, a la inseguridad, a no tener la capacidad necesaria. Pero, ¿será verdad que no hay nada que podamos hacer?
¿Quién nos está diciendo todo esto? Es obvio que los pensamientos de limitación, maldad, enfermedad, no pueden venir de Dios que es el Espíritu infinito y está en todas partes. Entonces ¿dónde está el mal, sino en la creencia mortal?
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