Se dice que la vida es una escuela, y que el aprendizaje es fundamental para crecer. Muchos piensan que esto se refiere tan solo a la vida humana, pero si bien el crecimiento y el desarrollo son algo natural y muy necesario, es el crecimiento espiritual lo que nos transforma, mejora y nos hace avanzar.
Hay personas que parecen saber instintivamente que hemos sido creados con un propósito, con una misión mucho más grande que esta vida humana. Es así como tienen el anhelo sincero de conocer a Dios, no sólo intelectualmente, sino de percibir y comprender que Él es nuestra vida; por lo tanto, conocer a Dios es vital.
También deseamos conocernos a nosotros mismos, como los hijos de Dios que somos; como seres espirituales, que no están limitados por la materia, ni por las creencias, estadísticas u opiniones humanas. Y comprender que estamos gobernados por las leyes sabias, inteligentes y justas del Principio divino, el Amor.
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