Nuestra vida diaria transcurre a un ritmo tan acelerado que puede parecer casi imposible tener un respiro. Siempre está ocurriendo algo que requiere de nuestra atención, y tal vez sintamos que no tenemos el tiempo suficiente siquiera para orar y poner nuestro pensamiento de acuerdo con Dios. No obstante, la experiencia me ha demostrado que la oración no es una opción, sino una prioridad.
Ya sea que estemos enfrentando desafíos en nuestra vida personal, o nos sintamos preocupados por lo que está ocu-rriendo alrededor del mundo, debido a una enfermedad, seguridad, injusticia, problemas económicos, y otras situaciones, me he dado cuenta de que llenar nuestro pensamiento con la verdad acerca de Dios y el hombre, es precisamente lo que se necesita. La oración puede ayudarnos a entender que todas esas situaciones son, en realidad, creencias mortales erróneas; no son la verdad del existir.
La Ciencia Cristiana enseña que para destruir las creencias mortales necesitamos comenzar nuestra oración con Dios, nuestra única y verdadera fuente. En realidad, Dios, la Mente divina, creó todo en y de Sí Mismo. Todas las ideas en la Mente divina lo expresan a Él. Por lo tanto, toda Su creación, incluso el hombre, es tan perfecta y armoniosa como Dios lo es.
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