Nuestra vida diaria transcurre a un ritmo tan acelerado que puede parecer casi imposible tener un respiro. Siempre está ocurriendo algo que requiere de nuestra atención, y tal vez sintamos que no tenemos el tiempo suficiente siquiera para orar y poner nuestro pensamiento de acuerdo con Dios.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!