Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Orar por mi hijo me sanó

Del número de agosto de 2016 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en francés


Un día, en 2013, empecé a sentir picazón en la planta de los pies, me dolía el cuerpo y me sentía cansado.

En el pasado, había sido sanado físicamente por medio de la oración de acuerdo con las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, por eso recurrí al tratamiento metafísico para poder liberarme de esas sensaciones. Me apoyé en la Biblia, que dice: “Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque  linaje suyo somos” (Hechos 17:28). Mi esposa me alentó a continuar orando y a confiar incondicionalmente en la Verdad.

Oré de esa forma durante una semana, pero no hubo mejoría. Y tan pronto como esta aparente falta de resultados pretendía hacerme dudar de mi legítima habilidad para demostrar la verdad del ser, recibí un mensaje en mi teléfono de nuestro hijo menor, que en ese momento, vivía a miles de kilómetros de distancia de nuestro hogar familiar. Nos contó que su salud se estaba deteriorando cada día debido a un gran brote de malaria, y que necesitaba tratamiento metafísico.

Precisamente en ese momento, me di cuenta de que “la Verdad es siempre vencedora” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 380), es decir, que el mal, cualquiera sea el nombre que tome, no tiene fundamento espiritual. Es tan solo una pretensión, una mentira, puesto que Dios, la Verdad, es la sola y única realidad, el Principio creativo de todo lo que realmente existe, y este Principio es bueno.

El hombre, el reflejo perfecto de la Vida, Dios, siempre vive en estado de perfecta y armoniosa salud.

Esta declaración de la verdad absoluta tranquilizó mi consciencia, y le dije a mi hijo que nunca consintiera un error, cualquiera sea su naturaleza, que nunca imaginara que la salud del hombre descrita en Génesis 1 (véase versículos 26, 27) puede deteriorarse de un momento a otro.

Mantuve firmemente que la unidad del hombre y su Principio creador, Dios, es una realidad eterna e indestructible. El hombre, el reflejo perfecto de la Vida, Dios, siempre vive en estado de perfecta y armoniosa salud. También declaré que estas verdades son leyes infalibles, permanentes e inviolables que nada ni nadie puede impugnar o derrocar para impedir la demostración científica del reino de la armonía eterna, y ocultar la evidencia tangible y visible de salud que se manifiesta como resultado de la oración.

Oré de esta forma durante cuatro días, y a medida que reconocía humildemente que los argumentos utilizados en la oración eran tan válidos para mi hijo, como para mí y para todo el mundo, noté con gran alegría, en ese mismo momento, que el dolor en el cuerpo y la picazón en la planta de los pies habían desaparecido por completo. Casi al mismo tiempo, mi hijo me envió un breve mensaje de agradecimiento diciendo que estaba completamente sano de la malaria. Tanto su curación como la mía, han sido permanentes.

Estoy inmensamente agradecido a nuestro Padre-Madre Dios por Su tierno amor; a Cristo Jesús, que nos mostró el Cristo, el Camino, y a Mary Baker Eddy por su descubrimiento.

Jean de Dieu Kahambo-Muteba, Matadi (Bas Congo)

Original en francés

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / agosto de 2016

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.