En los círculos empresariales modernos, la gente suele referirse a la regla llamada 80-20. De acuerdo con esta regla, el ochenta por ciento de los ingresos de un negocio proviene de sólo el veinte por ciento de sus clientes. A partir de esto, la gente llega a la conclusión de que la rentabilidad de la empresa puede aumentarse dedicando la atención exclusivamente a ese veinte por ciento de la clientela. Dedicar tiempo a los demás no es financieramente responsable.
En algunas situaciones esta forma de ver las cosas es muy útil. Por ejemplo, ha llevado a decisiones concretas que han salvado a las empresas de la bancarrota.
Podemos alegrarnos de que ésta sea una línea de razonamiento que guíe las acciones humanas, pero no la base de una ley de la naturaleza. ¿Qué pasaría si la gravedad se hiciera más eficiente al aplicarla sólo al veinte por ciento de todos los objetos más pesados? Por supuesto, parece gracioso, pero eso la convierte en un buen ejemplo: las leyes humanas no siempre son aplicables y pueden ser manipuladas.
Toda ciencia tiene leyes inmutables, y la inmutabilidad y consistencia absoluta caracterizan a la Ciencia Cristiana, la ley espiritual de Dios, el Espíritu divino. Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana y fundadora de esta revista, escribió: “El Alma, o el Espíritu, es Dios, inmutable y eterna; y el hombre coexiste con el Alma, Dios, y la refleja, porque el hombre es la imagen de Dios” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 120).
Se deduce que la curación en la Ciencia Cristiana no es un poder personal; proviene de esta relación inmutable –y por lo tanto, totalmente dependiente– del hombre con Dios. En este número del Heraldo se puede leer cómo esta consistencia se ha manifestado en una variedad de situaciones. Por ejemplo, en el caso de un hombre que se sanó completamente y pudo trabajar después de estar incapacitado durante meses y una mujer joven que fue completamente curada sólo unos días después de padecer una grave lesión en la cabeza. También encontrarás cómo los autores, lectores del Heraldo como tú, superaron ansiedades inexplicables y la malaria.
Así que ¿se aplican estas leyes divinas a ti también? Dios no actúa de acuerdo con la regla del 80-20. Su amor omnipotente abarca a todos Sus hijos igualmente, incluyéndote a ti. Si deseas saber más sobre lo que eso significa, ¡sigue leyendo!
Christian A. Harder
