En los círculos empresariales modernos, la gente suele referirse a la regla llamada 80-20. De acuerdo con esta regla, el ochenta por ciento de los ingresos de un negocio proviene de sólo el veinte por ciento de sus clientes. A partir de esto, la gente llega a la conclusión de que la rentabilidad de la empresa puede aumentarse dedicando la atención exclusivamente a ese veinte por ciento de la clientela. Dedicar tiempo a los demás no es financieramente responsable.
En algunas situaciones esta forma de ver las cosas es muy útil. Por ejemplo, ha llevado a decisiones concretas que han salvado a las empresas de la bancarrota.
Podemos alegrarnos de que ésta sea una línea de razonamiento que guíe las acciones humanas, pero no la base de una ley de la naturaleza. ¿Qué pasaría si la gravedad se hiciera más eficiente al aplicarla sólo al veinte por ciento de todos los objetos más pesados? Por supuesto, parece gracioso, pero eso la convierte en un buen ejemplo: las leyes humanas no siempre son aplicables y pueden ser manipuladas.
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