En el año 2010 fui seleccionada para una consultoría de 15 meses con las Naciones Unidas en la República Dominicana. Me sentí muy feliz por esta oportunidad que Dios me estaba dando en mi carrera, y deje mi país con mucha expectativa y alegría. Sin embargo, al llegar a la República Dominicana y al comenzar mi trabajo en las Naciones Unidas, empecé a sufrir de un fuerte estado de ansiedad.
Todo el gozo que había sentido al inicio, se había desvanecido en pocos días, y el miedo parecía crear una inmensa nube negra sobre mi pensamiento. Me sentía sumamente insegura del trabajo que había venido a realizar y dudaba fuertemente de mis capacidades. Aparte había empezado a sentir una sensación muy extraña en mis manos que me preocupaba enormemente.
Ni siquiera los fines de semana podía encontrar paz. Mi pensamiento se llenaba de temor pensando en las diversas responsabilidades que me esperaban al llegar a la oficina los lunes, y el malestar en las manos no me dejaba tranquila.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!