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Supera fuerte estado de ansiedad a través de la oración

Del número de abril de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en español


En el año 2010 fui seleccionada para una consultoría de 15 meses con las Naciones Unidas en la República Dominicana. Me sentí muy feliz por esta oportunidad que Dios me estaba dando en mi carrera, y deje mi país con mucha expectativa y alegría. Sin embargo, al llegar a la República Dominicana y al comenzar mi trabajo en las Naciones Unidas, empecé a sufrir de un fuerte estado de ansiedad.

Todo el gozo que había sentido al inicio, se había desvanecido en pocos días, y el miedo parecía crear una inmensa nube negra sobre mi pensamiento. Me sentía sumamente insegura del trabajo que había venido a realizar y dudaba fuertemente de mis capacidades. Aparte había empezado a sentir una sensación muy extraña en mis manos que me preocupaba enormemente.

Ni siquiera los fines de semana podía encontrar paz. Mi pensamiento se llenaba de temor pensando en las diversas responsabilidades que me esperaban al llegar a la oficina los lunes, y el malestar en las manos no me dejaba tranquila.

Durante este tiempo conversaba frecuentemente con mi mamá, quien ha sido estudiante de la Ciencia Cristiana por muchos años y ella me decía que no tuviera temor, que esos pensamientos no me pertenecían y que Dios estaba muy cerca de mí. Ella me decía que esos pensamientos de temor no eran reales. Yo realmente sentía que eran reales y pensaba que estaba lidiando con algún desafío mental y el temor parecía incrementar cuando pensaba así.

Así que empecé a orar y buscaba ayuda en la Biblia y en el libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy. Había un pasaje en la Biblia que me ayudaba mucho y que calmaba mi pensamiento: “No os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos” (Lucas 10:20). Yo sabía que aunque estos pensamientos de temor parecían sujetarme fuertemente podía encontrar libertad porque mi nombre estaba por decir así, escrito en los cielos.

En el libro de Ciencia y Salud, encontré mucho refugio en el siguiente pasaje: “La realidad es espiritual, armoniosa, inmutable, inmortal, divina, eterna. Nada que no sea espiritual puede ser real, armonioso o eterno” (pág. 335). Esta última frase tuvo un impacto fuerte en mí. Comprendí que las sensaciones materiales no pueden ser persistentes o eternas. Las únicas realidades que pueden sentirse por siempre —y en todo momento— son la armonía, la libertad y el gozo.

Durante ese tiempo tuve que dar una presentación muy importante frente a un público extenso. Al prepararme para esta presentación, no sabía cómo iba a darla sin sentirme temerosa e insegura. Por esta razón le pedí ayuda a un practicista de la Ciencia Cristiana. Él amorosamente calmó mi pensamiento y me dijo que no tenía nada que temer, que Dios iba a estar presente y que yo solamente tenía que dejar que Él se reflejara en mí. El día de la presentación sentí la presencia de Dios muy fuerte y pude dar una excelente presentación sabiendo que Dios estaba expresándose y reflejándose en mí.

Después de esta presentación y después de haber trabajado con el practicista por un tiempo, sentí que hubo una transformación en mi pensamiento. Me sentí en paz, y ya no tenía ansiedad. La molestia extraña que había sentido en mis manos, también desapareció por completo. Me sentí sumamente agradecida con Dios por esta curación que había tenido.

Gabriella Horbaty-Byrd, Boston, Massachusetts

Original en español

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